EN UNA CAVERNA
De un instante para otro la ansiedad se apoderó de mi cuerpo, de mi mente como si todo se convulsionara.
Es la incertidumbre, es la atmósfera, es el aire, son las vibras que rodean que se adueñan de uno y no lo sueltan.
-Respira, respira, calma, sosiego, serenidad, todo lo que tienes es esto, no hay otra cosa, son instantes, este instante, la vida formada de instantes, solo eso.
Es este santiamén todo lo que hay, es este relámpago, no eres dueño de nada, céntrate, ve para adentro, ocupa esas energías locas, libéralas.
Una fuerza impulsora con un mandato que nacía de muy adentro que solo indicaba que había llegado la hora, hizo que saliera del letargo.
Me cambié de ropa, me puse la que uso para la calle, la que está separada, la que se ha vuelto el uniforme desde que la pandemia comenzó. Usar siempre lo mismo tiene sus ventajas no nos hace pensar en seleccionar y no se gastan energías en empresas que no aportan nada.
Salí a caminar, a dar la vuelta a mirar el mundo fuera de las paredes, como si algo dentro mío me hubiera dado permiso y un recreo para expandirse, emerger del encierro como si terminara la clausura.
El sol estaba aún alto, no era a su puesta a la que iba, ni a encontrarme con la luna, no buscaba nada, no perseguía nada.
Los acordes del órgano de la Iglesia se dejaron oír y un canto lánguido los acompañó.
Seguí mi camino, no sabía a dónde iba, quería sumergirme en el verde bañado de la vegetación.
Una tortolita se apareció, la seguí, fui tras ella. Se paró en una alambrada como esperándome, me acerqué.
*
*
-Llévame a algún lugar hermoso- le pedí
Salió volando y se paró un poco más lejos en un árbol, hacía allí guíe mis pasos y me encontré sumergida en el verde, mostraba su plenitud, su frescura, todo relucía, bañado, hasta perfumado, una fragancia tenue invadía el paraje.
Me quedé un rato parada, respirando, llenando mis pulmones con ese sabor aromatizado del alimento puro y fresco que emerge del aire.
*

*
Me paré a mirar la roca tan enhiesta rodeada del color de la esperanza, sobresalía, limpia, hacia ella guíe mis pasos, me fui metiendo por ese pasadizo rodeada de hojas tiernas sin embargo engañosas, protegidas con sus espinas ocultas por ellas, donde al menor descuido se clavan y nos recuerdan que estamos en un desierto aunque no se manifieste.
*

*
Me fui metiendo como por una caverna, lento, sin apuro, sin prisas, como si fuera un nuevo principio, como si tuviera que atravesar esa obscuridad.
Ahí a punto de emerger, cuando los ojos aún no enfocaban bien, lo encontré, un pequeño lago formado por las lluvias que no se había evaporado y reflejaba el cielo en la tierra y el paisaje que lo rodeaba.
*

*
Salida de encuentro, salida de pasadizos, de cuevas que se aparecían, que se revelaban.
Señales simbólicas, primitivas, de pasaje estrecho, de cerrazón que se esclarecía, de una fuerza abrumadora que impulsaba a surgir, a dejar ese útero de paredes cálidas e irrumpir a ese mundo caótico que aguarda.
MÉXICO
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LAS SEÑALES DEL CIELO Y LA TIERRA (1)
EN BUSCA DE LAS SOMBRAS AMARILLAS
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!



Gracias Themis. Nos muestras que, incluso en el desierto, se encuentra el sosiego cuando más lo podemos necesitar. En él, la naturaleza rebrota desde la tierra que la mantiene oculta agradeciendo la presencia de la lluvia. Un abrazo.
Hay días en los que hay que salir para hallar refugio.
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Gracias Carlos, salir a cambiar de aire y estar dentro de otro panorama, hace mucho bien cuando se puede hacerlo, y estar junto a la naturaleza que hace que uno cambie la frecuencia. Un abrazo grande
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Sobrecogedor y mágico tu relato.
Hay algo en lo que concuerdo con vos, en lo de usar siempre la misma ropa. Yo salgo al trabajo todos los días con el mismo atuendo. En el trabajo me pongo mi uniforme, y en l tarde cuando llego casa, me pongo la rop de entrecasa. Y listo! No gasté energía en algo innecesario, como decís vos.
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Hola Ruth, gracias, si eso del atuendo es algo que es muy cómodo por lo menos para mí no tener que pensar y solucionarlo de esa manera.
El paseo fue una descarga y una renovación pues todo el alrededor como había estado lloviendo casi diario tenía otro aspecto, lleno de vida, también llevaba mucho sin salir. Un abrazo
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Lo lograste, te libraste de la angustia, al menos por un instante. Como bien dices tú, de esos instantes se compone la vida, unos son buenos, otros no pero todos acaban pasando.
Me gusta tu conexión con la naturaleza.
Abrazo grande, Themis
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Hola Eva, qué bueno es andes por aquí, me alegra saber de tí. Hay momentos que uno siente que un tsunami se le viene encima y hay que encontrar formas para no dejarse llevar, un abrazo grande
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