«Somos lo que pensamos, todo lo que somos se levanta con nuestros pensamientos. Con ellos, creamos el mundo.»
BUDA
Iba detrás de una bandada de golondrinas que muy alegres surcaban el cielo chisporroteando trinos entre ellas como si se estuvieran contando esa maravilla que el Hermano Sol y las nubes como iluministas fueron capaces de realizar en esta tarde de mágicos sucesos, donde parecía que el mundo era otro, que había atravesado a una diferente dimensión dentro de sí mismo, donde la sorpresa de esa Iglesia rodeada de esos rayos que se desplegaban coronando a la bóveda celeste era una señal de los acontecimientos que se irían manifestando.
Al llegar a la platea entre piedras que invitan a sentarse a reposar el momento a quedar de cara a las montañas donde esa estrella dadora de vida se retira y nos regala todos los días un espectáculo de remanso y sanador la entrada al descanso, nos indica que es el punto en donde ha llegado la hora de abandonar los avatares del día vivido, de desprenderse de él, de prepararse para el respiro y dejar hasta el nuevo amanecer todo lo que no se pudo resolver.
Olvidar por un instante que el mundo existe, que uno existe y entregarse de pleno, dejarse ir, soltar, encarar la noche, agradecer lo vivido y esa maravilla de regalo que nos ofrecen.
Ahí estaba, con mi boca aún abierta, pues de un lado a otro el juego de luces había cambiado, un único rayo desplegado que quedaba cruzaba una nube que se tornaba en colores ocres que la enaltecían.
Los naranjas se iban haciendo cargo, iban paulatinamente matizando al firmamento como si todo en él se estuviera incendiando.
Más allá que había algo que me sorprendía, la luz se desplegaba sobre el pueblo, donde parecía que aún el día de él no se había retirado.
Las golondrinas seguían danzando felices, como si en cada vuelta en esa corriente en espiral que las elevaba fueran los rojos ardientes haciéndose cargo y ellas con su ritmo fueran las pintoras de esos cuadros.
Fui bajando por las piedras con un paso calmo, llena el alma con un sabor a encanto, a haber estado dando vueltas por el cielo, en otro mundo, aunque parecía el mismo, lejos muy lejos de ese cotidiano, era como si de los altos me enviaran un mensaje directo al corazón, en un lenguaje que la mente no desentraña, tampoco era necesario el descifrarlo, era ese conocimiento secreto que se sabe sin entender. Se habían borrado las palabras y daba entrada a otro tipo de visión.
El paraje parecía desierto en silencio total, en un detenimiento como si fuera la única habitante del entorno, solo miraba el alrededor era el de todos los días y sin embargo no lo era.
La belleza se hacía cargo de elevar y señalar al único camino que hay que transitar, el de compenetrarse con esos detalles que nos trasmite el universo cuando uno se funde a él, escucha sus señales y se vuelve uno con ellas.
Poco a poco fui entrando al pueblo, era como si bajara por una escalera que me iba llevando a pisar la tierra, a andar de nuevo por ella, sin embargo nada era lo que era.
“Para entender todo, es necesario olvidarlo todo”.
Buda
MÉXICO
EN BUSCA DE LAS SOMBRAS AMARILLAS
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Impresiona en contraste de la luz que has captado en cada imagen. A veces encontramos que se muestra como la magia inunda un lugar. Gracias por compartir este momento. Un abrazo.
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Era un momento muy especial, la luz se mostraba de una forma tan mágica como lo dices, parecía irreal, estar en otro lugar. Hermoso ese instante. Gracias Carlos, un abrazo grande
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