Así fue su nacimiento

A principio del año pasado empezó a crecer en un pequeño espacio que hay en el patio de la casa que quién sabe por qué circunstancias no fue encementado y deja una porción de tierra de unos diez centímetros por treinta.

Al llegar por primera vez a la casa  crecía una enredadera que se había vuelto rastrera, ese era todo el verde que se podía encontrar. Ahí se la dejó que siguiera progresando como ella quisiera y se fue extendiendo por el piso, más allá que nunca llegó expandirse demasiado.

Un día para sorpresa empezó a brotar una pequeña plantita que muy bien no se sabía que era, pero para la alegría y la esperanza parecía que iba a ser un jitomate.

Así fue no solo uno creció sino dos, en abril  ya había empezado a dar sus primeros frutos los cuales aún siguió ofreciéndolos sin detenimiento por varios meses,  pequeñitos algunos y otros más grandes.

 

 

A ellos acompañaron las lentejas, que también muy tímidamente dieron sus  frutos que no alcanzaron para hacer un caldo sin embargo fueron bienvenidas, por primera vez en la vida se pudieron percibir en la planta misma, donde se aprendió que solo hay una por vaina máximo dos, fue hermoso verlas colgando de la rama.

También un cactus que un día en una de las salidas al monte se había prendido del bajo del pantalón con sus largas espinas, para que lo transportaran, bien inteligente había salido y de esa forma él y sus hermanos van paso a paso conquistando terreno por estas tierras.

Sin saber qué hacer con él se le había depositado en esa mini parcela con la idea de llevarlo alguna vez al monte y ahí dejarlo, nunca llegó ese día.

Lento pero seguro había seguido creciendo, más allá que todas sus compañeras de cantero le hacían mucha competencia, sin embargo él no se amedrenta sabe que lo importante no era pelear sino adaptarse e ir ganando en fuerza interna para subsistir a pesar de cualquier inconveniente que en su camino se irguiera.

 

 

El frijol fue la gran sorpresa que se desplegó por el piso del patio ya que no tenía forma de treparse.

 

 

Progresaba, progresaba, sin tener ningún detenimiento, dio sus primeras flores,  que fueron pintándolos con pequeños detalles morados y blancos.

 

 

Para luego dar paso a unos deliciosos ejotes que en una parte fueron saboreados con total deleite, pues no hay cosa más gozosa que comer lo que uno ha visto crecer y cosechado.

Otros maduraron en sus vainas y se volvieron frijoles de esos bien negros.

 

 

Se volvió uno de los lugares predilectos de las tortolitas, que andan por el patio, que se las ven por él buscando alguna semillita que se hubiera caído.

 

 

Un lugar que Coquita ese pajarito tan especial había elegido para estar, pues calculo por el fresco que encontraba dentro de él en esos momentos de extremo calor, de esa forma se transformó en su pequeña selva o en su laberinto.

 

 

También una planta de melón que regaló sus flores, nos acompañó durante un tiempo, aunque era muy pequeñita, parecía un bonsái, más allá era una beldad. Un día casi sin que se notara se fue, dejando el sabor de haber estado con ella.

 

 

Al igual que otra que ahí va: la papaya, que busca el cielo, esa sí hay que ver con qué suerte corre pues tal vez el lugar sea muy escueto, más allá que ahora que el jitomate y el frijol ya cumplan su ciclo tendrá lugar de sobra y tal vez agarre fuerza para luchar y permanecer.

La enredadera ahí sigue luchando por su vida ya que hace un tiempo la agarró el pulgón amarillo y la pobrecita se puso muy triste. Se empezaron a extender por todas sus ramas, hasta que preparé una infusión muy fuerte de chile de árbol que ese sí que hace llorar con solo tenerlo cerca, poniéndole todos los días dos veces, y cortándole las ramas contaminadas, fueron desapareciendo y no se desarrollaron más, pues ya  habían llegado al jitomate, pues todas están tan juntas creciendo en ese poquito de tierra.

 

 

Ya estamos llegando a fin del año, el jitomate con sus últimos frutos dio su adiós con el agradecimiento por habernos nutrido con sus deliciosa producción durante todos estos meses.

La enredadera después de todo este tiempo una vez que el jitomate desapareció, comenzó a ponerse cada día más verde, sus hojas se volvieron luminosas, para en un momento frente a una gran sorpresa que provocó, regaló sus primeras flores, unas diminutas estrellitas, bellas, que la adornaron y la hicieron resaltar.

 

 

Un día ahí sin que nada mediara cuando llegaron las hormigas arrieras esas que brotaron del medio de patio para agarrar las hojas secas que estaba dejando el frijolito en esa despedida que estaba haciendo, cuando ya su ciclo había llegado a su fin, después de juntar todas las que necesitaron de él, en una noche nada más se llevaron todas las hojas verdes de la pobrecilla, que quedó desnuda sin nada que la luciera, solo se veían algunos botoncitos blancos que con mucha timidez se mostraban.

 

 

La dejaron pelada, solo sus tallos se salvaron, más allá dicen que las arrieras saben no hacerle mal a la planta la cual luego puede renacer más fuerte que antes.

Ahora solo hay que esperar a ver para donde agarra, sin embargo ha luchado tanto por permanecer que no dudo que se levante de nuevo a pesar de este obstáculo que le tenía reservada su existencia, da una gran lección nos dice que: lo importante no es caer sino saberse levantar y seguir con la lucha por la vida.

Así el mini huerto va contando su historia, su desarrollo, la alegría que ha dado no sólo por sus frutos sino por la vida que ha plasmado que hace que uno se sienta acompañada de seres vivos que alimentan y llenan de regocijo al alma.

Es increíble ver que dadivosa puede ser la Naturaleza con un poco de cuidado teniendo en cuenta ponerle agua todos los días pues aquí el clima es tan caliente que reseca en cuestión de horas lo que se deje a su alcance, hablándoles un poquito, dándoles ánimo, chuleándola, es capaz de regalarnos con todas estas maravillas.

 

GRACIAS

MÉXICO

 

 

 

Te invito a visitar mi página de face

blog de themis

 

Y TAMBIÉN  EL BLOG

puedes encontrar otras entradas que te interesen.

GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!