LOS QUE MUESTRAN EL CIELO: Las nuevas contiendas (6)

 

CRECIMIENTO EXPONENCIAL

 

Desde hacía un tiempo en el patio de la casa  venía un grupo de tortolitas a comer el alpiste que les ponía y Coquita la primera de ellas que llegó con la que habíamos hecho una relación muy especial se sentía como el  dueño del lugar, si bien dejaba comer a otras era muy territorialista y cuando comenzaron a ser muchas las comenzó a correr a picotazos, un día otro bravucón le empezó a pelear el territorio, mucho más aguerrido y bueno a partir de ahí se desató la guerra.

Sin embargo en un momento el alpiste desapareció y eso cambió la dinámica del lugar ya que el alimento por el cual luchaban no volvió por unos días a aparecer.

Si quieres conocer la primera parte aquí te dejo a donde ir.

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO: LA LUCHA POR EL PODER (4)

 

Unos días antes de este acontecimiento me había preguntado si estaba haciendo bien o estaba creando dependientes que cuando yo me ausentara por algún motivo o me fuera del lugar los habría dejado mal acostumbrados y eso tampoco estaba bien, pues más allá todo esto había surgido por el encierro por el coronavirus, donde digamos que se habían vuelto como mis compañeros y no dejaba de ser un motivo muy egoísta por mi parte.

Ahí traía la duda de qué hacer con ello hasta que la Vida con una acción me llevó a que saliera de mi duda y me respondió con hechos para que me diera cuenta y dejara pienso yo de malgastar mis energías en tales pensamientos.

Algo muy simple y sencillo cada quien se fue en busca de su comida, Coquita y su pareja la Ñandu volvieron a verse caminando por la calle del frente de la casa como antes lo hacían picoteando aquí, picoteando allá y los demás quién sabe para dónde se irían.

Aquí les va la historia

 

Cuando me levanté ahí estaban todas esperando alimento, me vieron que fui a calentar agua, como todos los días y me senté, se quedaron todas sin poder dar crédito que la comida no llegara, Coquita y la Ñandu se acercaron como diciéndome:

-¡Ey!, te estás olvidando de algo- pues mientras preparo mi café les pongo que comer.

 

 

Ahí traté de explicarles que no había alpiste sin embargo le iba a poner arroz, que lo tenía que hacer primero, nada que entendían, iban y venían, daban vueltas, picoteaban el suelo donde no había nada, como me imagino mostrándome lo que faltaba, me miraban, se acercaban más, hasta que al no darme por aludida, se fueron a seguir buscando algo por el patio.

Atrás llegó el Manda Más con la Despeinada su pareja, que así la llamé pues quien sabe por qué se le paran las plumas de la cabeza y cada vez que hay viento hay que verla, me hizo acordar de aquel twist que cantaba Palito Ortega por los años 60  que decía:

 

«Tú tienes una carita deliciosa

Y tienes una figura celestial

Tú tienes una sonrisa contagiosa

Pero tu pelo es un desastre universal.

Despeinada twist, twist, twist….»

 

 

Es un ser también muy singular o no sé si así son todas las hembras, pues a veces parece desgraciada, desprotegida, como que no se atreve o quién sabe tal vez es solo mi interpretación pues no las conozco bien a todas y creo que me conmueven mostrándome sus caritas, cosa que a veces me hacen dudar pues parecen todas santitas y no lo son tanto, se las traen también ellas no son tan pacíficas, aunque no llegan a pelear como algunos machos, pues también hay otros que no se meten en disputas.  Me da mucha ternura, pues cuando uno empieza a conocerlas, ellas a acercarse las va descubriendo y se presentan cada una con sus particularidades.

El Manda Más llegó también con su pasito y su clásico aullidito como si fuera cachorrito, reclamando me imagino mi olvido y cuando vio a Coquita todo él se enfureció, se olvidó a lo que venía, se le nubló su visión y se fue tras ella a correrla sin ningún miramiento y sin importarle la contestación.

 

 

Al rato les puse el arroz que la verdad no tuvo quorum como que siguieron reclamando a lo que ya estaban acostumbradas.

-Ni modo, ya no hay, si quieren esperar, un día tal vez vendrá y si no confórmense con lo que hay. Es época de pandemia la vida ha cambiado y la suya también.

-¡Vaya limosneros con garrotes! que me salieron- me fui diciendo,  allá a lo lejos se escuchaba el descontento y se fueron yendo uno a uno .

Sin lugar a dudas mi parejita protegida, era por las que más lo sentía, pues ellas tienen un trato especial y el arroz, la avena o cualquier otra cosa no comen, más allá que luego pensé, fue lo que empezaron al principio a comer, por lo tanto eso de tener predilecciones en este momento como que no va, entonces dejé de preocuparme por ellas.

Eso sí los que estaban de parabienes eran los gorriones en esos días pues les encanta esos otros alimentos y no estaban las peleoneras tortolitas para molestarlos, por las dudas yo seguía  dejando de ellos, aunque no todo se lo comían y se resecaba.

Uno a uno emigraron hasta que con los días  desaparecieron todos.

El patio quedó vacío ya no se veían parados en las varillas o sobre el muro esperando, todo estaba desolado.

¡Qué se le va a hacer!, son cosas de la vida, el apego no es bueno trae sus consecuencias y esto me sirvió para darme cuenta que aunque no parezca ese bribón siempre lo traemos dentro y nos engatuza y nos hace creer que ya desapareció, sin embargo mucho ojo hay que tener con él pues en cualquier momento hace flaquear los sentimientos.

No voy a decir que no extrañé a Coquita pues ya no estaba dando vueltas mientras comía, o cocinaba ni paseándose todo el día en el patio, ahora sí ya unida a su compañera la Ñandu, pues a esa falta del alimento pasaron varios días para que volvieran a darse cuenta que ya había llegado, pienso que tenían que buscar mucho para proveerse del que comían sin hacer nada.

Hasta la falta del Manda Más se sentía, ese no escuchar su aullidito y que no viniera a protestar. No tenía con quien hablar, ni con quién pelear, pienso yo que por ahí se salía parte de la presión del encierro, cosa que no era justa, no dejaba de ser una parte interesada.

Coquita con la Ñandu al ratito nomás regresaron y le entraron al arroz, el cual disfrutaban mucho pues no había otras que lo disputaran, hasta que un día volvió el alpiste y ahí empezaron a llegar todas las demás.

Sin embargo otra cosa que aprendí fue a no maleducarlas, que es eso de despreciar el alimento que se les puede proveer, así que después de este episodio una de las comidas la cambié por arroz y hay que ver ahora como Coquita le entra sin ninguna lamentación pues el Manda Más no lo disputa, lo deja, ese quiere alimento fino, por lo tanto cuando se va a buscar que comer ella anda de nuevo libre y sola por el patio, sintiéndose como en los viejos tiempos antes de que todos estos llegaran.

Una de las cosas que veía es que cada día se estaban poniendo más gordas, indudablemente eso de que la comodidad y el sedentarismo trae la obesidad es muy cierto, hasta en ellas se les veía, así que a reducir la ración y a poner a todos en una dieta para bajar de peso, pues con eso que cada vez son más no alcanza el presupuesto para alimentarlos a todos como si estuvieran en etapa de engorde.

 

 

Por otra parte también sucedía, que las peleas se habían hecho cada día más atroces, ya no se podían ver y cuando se encontraban no dejaban de perseguirse cosa que hizo que las demás estuvieran de parabienes pues mientras que estos dos peleaban ellas disfrutaban de los granitos que por el piso encontraban con total tranquilidad y calma.

Solo se corrían como hacía el gorrioncito para un lado cuando pasaban, y si alguna se les venía muy encima volando se alejaban y con ello buscaba su sana distancia.

 

 

Por otra parte como el Manda Más y Coquita se iban por los aires peleando y tardaban a veces en llegar, las otras se comían toda la ración y cuando llegaban cada uno por su lado venían a reclamar comida, cosa que también quedó estipulado, que si por peleoneros se quedaban sin comer que se fueran para otro lado.

Coquita empezó a cansarse de tanta persecusión así que optó por quedarse alejada del lugar en donde pongo la comida y no digo la Ñandu que estaba bien asustada, ella después de todo el esfuerzo que hizo para bajar al patio, ahora de nuevo se encontraba en el muro esperando que la paz se reinstalara.

 

 

Nuestro pequeño rojillo, un pajarillo muy dulce y tierno, seguía viniendo y ahí se quedaba parado en la varilla como si estuviera en las gradas de un ring de boxeo y seguía trasmitiendo con sus suaves gorjeos.

Me encanta verlo cuando llega tan pequeñito, observando lo que ahí sucede, por eso digo que me parece como si estuviera reportando los acontecimientos.

 

 

En esas andábamos, pleitos por todos lados, y para colmo surgió otra amenaza inesperada, que bajó del cielo con una velocidad y ferocidad que hizo estremecer a todos los que nos encontrábamos en el patio, se escuchó su voz y sin ningún respeto se fue contra los pelioneros, eso sí no era ningún justiciero era:

PLUMA CAFÉ

más allá su historia la dejo para la próxima vez.

 

 

MÉXICO

 

 

CONTINUARÁN….

los reportes desde el patio, próximo capítulo saber cuándo.

 

 

Aquí les dejo los capítulos anteriores

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO (2)

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO (3)

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO: LA LUCHA POR EL PODER (4)

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO: El nuevo visitante (5)

 

 

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8 comentarios en “LOS QUE MUESTRAN EL CIELO: Las nuevas contiendas (6)

    1. No creo para nada que pasen hambre, vienen por el alpiste, pues a esa hora llegan todos, es como su golosina, eso sí hay algunas que ya se adaptaron a lo fácil del arroz y están casi todo el día, esas sí vienen de visita y se acercan a donde estoy, tienen más confianza. Un abrazo

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    1. Sin lugar a dudas, si los vieras están todos cada más panzones y ahora solo llegan la mayor parte a la hora feliz del alpiste.
      El rojito ya no viene tanto, ahora llega uno amarillo, y Pluma Café ese sí ya es asiduo, se volvió un personaje.
      Un abrazo grande para tí también

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  1. Gracias por compartir esta entretenida trama. Ahora a esperar cual es el papel que pretende jugar el recién llegado. En la vida siempre puede aparecer un rival que nos supere en todos los niveles, quizás sea que de ese mal trago, sólo nos salve la bondad de corazón. Un abrazo.

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    1. Cada día que pasa con él surge algo nuevo en este mundo de los alados al cual nunca había vivido y ahora lo tengo de compañero de desvelo. Todo es intriga y a ver que es lo que puede pasar con esta nueva presencia, que se hace notar, y tal vez tienes razón en eso de la bondad de corazón, solo ella nos podrá salvar, un abrazo grande y feliz fin de semana

      Le gusta a 1 persona

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