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LOS QUE MUESTRAN EL CIELO (2)

Continuando con la historia

La familia de gorriones seguían viniendo al patio cada vez que la pequeñuela a la cual estaban  instruyendo en el arte de comer sola y conseguir sus alimentos así lo demandaba.

Ya habían logrado que bajara al piso en vez de quedarse en el muro, donde con mucha paciencia y destreza alguno de los padres llevaba la comida al pico para que de esa forma dejara de gritar lo cual hacía de una forma por más estridente.

No podía uno no darse cuenta que ahí se encontraban en esos menesteres, por lo cual trataba de no distraerlos o sobresaltarlos para que no salieran espantados, pues como buenos gorrioncillos son de elevar el vuelo a la menor sensación de que algo acontece sea usual o no, más allá que la gorriona madre como pasaba gran parte del día en el patio ya se había habituado a mis entradas y salidas y muchas veces seguía como si nada sucediera, sin embargo la hija estaba atenta a todo y salía disparando al menor movimiento, lo que significaba que no comía y a los cinco segundos iba a estar de nuevo a los alaridos, mejor que todo estuviera tranquilo. Era una forma de mantener la sana convivencia.

 

 

Un día sucedió que de nuevo llegaron los padres juntos frente a los bramidos desesperados de la pichona,  los dos se pusieron a picotear el alpiste que estaba en el suelo, sin darle nada de comer a ella, gritaba y gritaba, sin embargo en el ejemplo que le daban y en el aliento hicieron que por primera vez recogiera por sí misma el alimento.

Me imagino que toda una victoria. Siguieron viniendo con ella a acompañarla, practicó bastante y ya  empezó a decidir cuando era suficiente.

Una vez dado por terminado el aprendizaje los padres se desaparecieron y  acaeció que llegó, se paró en el muro, comenzó a pegar sus habituales gritos y nadie apareció.

No le quedaba de otra, tenía que atreverse a comer sola, a buscar el alimento por sí misma y a volverse adulta, ya le habían otorgado su independencia.

Luego tal vez juntarse a alguna banda de jóvenes que aun no tenían pareja, entrar en el cortejo y juntos buscar un lugar, un territorio en donde posesionarse y hacer su nido.

Después de eso desaparecieron y la tortolita, se volvió la ama del lugar, también empezó a llegar su compañera de vez en vez, aunque mucho más tímida y con mucho miedo.

 

 

Ya habían desaparecido la mayor parte de los pájaros que llegaban en la época de cría.

Se volvían a ver alguna que otra golondrina que  jugaban con la corriente de aire que se forma sobre la casa, habían terminado con su tarea y ahora podían disfrutar en paz de esa alegría de planear y de desafiar al vacío en caídas libres.

Todo volvió digamos a la normalidad, más allá el patio dio un gran cambio, de solo atravesarlo volando ahora se podía ver más a menudo a pajarillos en él.

La  tortolita pasó a ser la habitúe, junto con un gorrioncito que parecía ser el padre de la pequeña escandalosa, pues nuestra ama del lugar no dejaba que ninguno más bajara y los sacaba corriendo apenas se atrevían a posar sus patitas en el suelo, sin embargo a éste le daba permiso hasta de comer junto a ella. Por otra parte distinguirlos es todo un albur pues las diferencias son mínimas.

 

 

Se mantenía a cierta distancia, no demasiado pero cuando me veía que iba a cocinar caminaba frente a mí en zig zag, en cada vuelta estaba más cercana, como reclamando su comida, no fuera a ser que me olvidara.

Así comenzamos una relación, a la cual se agregaba de vez en vez su compañera, que es demasiado tímida y huidiza, aterrada, cualquier cosita la asusta y la pone en guardia o la hace levantar el vuelo y mirar desde el muro lindero.

 

 

Sin embargo ahí no quedó la cosa, otro día apareció una tercera, que bueno para que contarles la batahola que fue su llegada.

Esta apareció solita y aun se mantiene así, como que no tiene compañera, tal vez sea viuda, pues cuando se les muere su pareja no buscan otra, eso dicen, en la realidad no lo sé, sin embargo se me hace muy romántico el concepto o tal vez aun no haya llegado la adecuada o que «para muestra basta un botón», quién sabe, es difícil determinar con nuestros preconceptos en donde solemos interpretar el Universo desde el punto de vista humano.

A parte más difícil aun es establecer si son machos o hembras, salvo cuando pelean por el territorio.

Como cuando empezó a correr a esta pequeña «intrusa», la cual levantó el ala y comienzó a ser perseguida sin ningún miramiento por el territorialista macho al cual yo había apodado «Coquita», pues no sabía su sexo y así se les conoce también a estos pajarillos.

Me acordé de un lugar en donde viví que a un caballo le habían puesto de nombre «Rosita» y yo pregunté por qué si era macho lo habían nombrado así, y la contestación que me dieron fue que era porque así le había gustado pues en realidad al animal no le importaba ellos no se fijaban en esas cosas.

Había estado lloviendo y el día estaba gris, la pareja se había quedado en el muro como lo hacía en general, esperaba que me fuera para bajar y comer y apenas me veía se volvía a subir, más allá que ya habíamos tenido avances pues antes venía por un momento y se volvía a ir.

Después de la persecusión, la pobre salió volando y se posó en el muro, Coquita fue detrás y  la empezó a acosar ahí también.

 

 

Hasta que la acorraló y la perseguida no pudo hacer otra cosa que lanzarse al vacío en caía libre y salir volando.

 

 

Eso sí, son insistentes, no se dejan amedrentar a la primera y aunque a veces parecería que recibieran algún que otro picotazo, ahí siguen, esperando la oportunidad para poder disfrutar de unos granitos del sabroso alimento.

En lo personal las observo y veo como actúan, como han ido creciendo en número hasta en la actualidad que  ya son como siete de ellas que llegan a las horas en que se sirven los sagrados comestibles que muy fácilmente obtienen y varios gorriones que andan en la vuelta, para trabajo de Coquita que tiene que estarlas corriendo.

Cuando hay retraso sobre todo en las mañanas ahí se las oye con su sonido característico reclamando lo que supuestamente es suyo todas paraditas en el muro, esperando mi aparición.

Son mis compañeros del retiro por este virus que nos está haciendo cambiar la forma de vida y a la cual hay que adaptarse y encontrar con quien comunicarse, si se está dispuesto a aprender nuevos lenguajes.

 

MÉXICO

 

CONTINUARÁ….

 

CUANDO LOS PÁJAROS SE ACERCAN

DESDE LA VENTANA: LA LLEGADA DE LOS ALADOS

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO

 

 

 

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6 comentarios en “LOS QUE MUESTRAN EL CIELO (2)

  1. Me ha hecho mucha gracia la frase de «o te aclimatas o te aclimueres»
    Estás en muy buena compañía con tus amigos alados, es verdad que tus historias, en apariencia sencillas, encierran lecciones de vida.
    Un abrazo, Themis.

    Le gusta a 1 persona

    1. Una frase que usaba mucho en mi adolescencia, creo que me quedó grabada y ahora resurgió, pues hacía mucho tiempo que no la usaba.
      Su compañía es muy chistosa, cada día son más. Acaba de venir a visitarme un pajarito pequeño, pequeñito con su pecho de un rojo intenso y sus alas negras, y un copete. Dio una vuelta observó todo, estaban como ocho tortolitas y se fue.
      Son lecciones que esto que vivo me enseñan, qué bueno que sirven. Un abrazo fuerte

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  2. Transcurrido el tiempo de cría, entre la copa de los árboles todo se vuelve trazar piruetas en el aire. Dedicar un rato cada día para descubrir lo mucho que acontece en el sopor de la tarde parece una estupenda ocupación. Es un texto magnífico. Un abrazo.

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  3. Me gusta tu lección de vida, ese adaptarse a las circunstancias. Eso que tanta gente tendría que aprender. La adaptación, esa plasticidad, que forma parte de la naturaleza humana, pero que no todas las personas están dispuestas a experimentar. Resiliencia la llaman, y es súper importante, necesaria. Y te admiro por poseerla.
    Yo vivo en una ciudad grande y sigo trabajando (empresa de alimentos), y me encuentro que cada pocos días hay una disposición distinta a causa de la pandemia. Sin embargo hay mucha gente que se complica y le cuesta adaptarse a todos estos cambios.
    Me encanta tu actitud. Gracias por compartir tus experiencias porque nos ayuda mucho como ejemplo de vida. 💙💙💙

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    1. Gracias a tí Ruth, pues me muestras que lo que escribo tiene una finalidad más allá de mi experiencia. Suelo adaptarme, pues he pasado por muchas situaciones muy fuertes que así lo ameritaron, como alguien decía «te aclimatas o te aclimueres».
      El cambio de cabeza es imprescindible más en estos momentos en donde todo se prepara para un gran caos y el ánimo con qué lo encares.
      Un abrazo grande y feliz semana

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