CUANDO LOS PÁJAROS SE ACERCAN

Desperté en la mañana no muy temprano,

todo estaba en calma, solo se sentía el trinar de los pájaros que lo hacían con un tono fuerte y armonioso,  era un placer escucharlos. Me perdí un rato en ello mientras me aprontaba para entrar a este otro mundo, bajar a él e iniciar el día.

Aún no habían empezado a balar las ovejas, ellas lo hacen un poco más tarde, antes eran quienes me despertaban, cuando se entremezclaban los trinos con los balidos y se volvía el instante poco disonantes.

Por suerte se acaban rápido calculo que hasta que les dan de comer.

Fui a poner agua a calentar para preparar mi café, mientras lo hacía miraba como un grupo de golondrinas jugaban con una corriente de aire, se dejaban llevar, era muy sutil la forma en que se deslizaban como planeando por esa espiral que ascendía al cielo, para lanzarse al vacío en picada, plegando las alas por momentos como si fueran unos verdaderos aviones cazas.

Me gusta mucho verlas, contemplar sus juegos, sus correrías, sus persecuciones, producen que mi sonrisa se instale y se sienta viva.

Desde hace un tiempo los pájaros han pasado a ser parte de mi existencia, empecé a tenerlos más en cuenta, tratando de lograr un entendimiento.

Ahora cada día los tengo más cerca, más allá que no se si darles confianza pues a veces se vuelven muy demandantes, hay varios que andan en la vuelta que ya hacen su ruta pasando por dentro del patio, en vez de por arriba del techo como lo hacían antes.

Cortan camino, calculo que para posarse unos momentos en la reja, son tres, el Tenor y su banda, cruzan una parte techada con dos salidas y arman un reverendo escándalo, cantan, les contestan otros que están más lejos, como adolescentes en su gran reventón, para nada silenciosos, ni discretos.

Es muy chistoso verlos y oírlos, no se detienen mucho, luego prosiguen su vuelta por la otra calle, volando rumbo a donde se escuchan los otros cantores.

 

 

A los días del último de estos episodios que son tan sorprendentemente rápidos que no dejan disfrutar demasiado la mirada, más que nada es el barullo que arman, ese diálogo que entablan entre ellos, sucedió el que les voy a contar ahora.

Me fui a mis aposentos a saborear el elixir negro que hace que todo florezca, da el sabor a la mañana, hace que mi ánimo se sienta resuelto, cuando de repente me vi sorprendida por un jolgorio de trinos muy cerca de mis oídos, pero diferentes, menos estridentes que los otros, levanté la vista y ahí en una de las paredes del patio que da frente a mi ventana, ahí las vi, eran cuatro golondrinas, parecían dos parejas, que correteaban dando vueltas, en ese espacio cerrado con techo que serviría para cochera si hubiera auto, ahí estaban se ve que buscando para hacer nido.

Una de las parejas se fue enseguida y la otra se quedó.

Las miraba desde adentro de la casa, ellas no se dieron cuenta que estaba ahí y se dejaron observar sin problemas.

En un momento pensé en la posibilidad  de que eligieran el espacio para aposentarse, iban para un lado, iban para otro, nerviosas, apuradas, estuvieron un buen rato y se fueron.

Alegraron mi mañana, sin embargo algo me hacía dudar de mi deseo lanzado al aire,  recordaba a la colibrí, la cual se volvía loca con mi presencia y me hizo desconfiar de ese anhelo de tenerlas como vecinas.

 

 

Después de unas horas de haberse dado el primer encuentro, regresó una de las parejas, se ve que les había gustado el lugar, sin embargo cuando me vieron en el patio salieron disparadas, como si ya dudaran del espacio para instalarse.

Al otro día estaba sentada en los escalones, cuando de repente las veo venir, una de ellas entra y se posa en la pared, mientras que la otra da una vuelta en U en el aire y se aleja a toda carrera.

No le latió que estuviera ahí, ni modo.

Al instante la otra la sigue. Indudablemente parecía que no había acuerdo, hay una de ellas que es muy arriesgada, mientras que la otra parece ser más precavida, no me conoce y desconfía, quien sabe que experiencia tenga cada una de ellas.

Eso sí,  están llegando los pájaros, pues se han aparecido dos tortolitas, que son las clientas de la señora que al lado de la casa que tiene su local de tortillas hechas a mano, ( hechas a base de maíz como si fueran crepas, con las que se hacen los tacos y es la parte fundamental de la comida en México), ellas andan ahí dando vueltas en el piso, esperando que se caigan los pedacitos diminutos de masa que pican y comen todo el día. Están gordas muy bien nutridas.

Llegan a la ventana de mi cuarto que da a la calle, donde siguen picoteando todo lo que se encuentran. Me gusta verlas ya se han vuelto parte de mi contemplación diaria, esperarlas a que se dejen ver y den sus vueltas.

Sin embargo poco a poco ha estado llegando una de ellas al patio en donde se queda parada  en la enredadera de la casa vecina para cobijarse en el fresco de sus hojas y emite su arrullo.

 

 

Y hoy fue un día doble, por un lado la tórtola desde el techo mucho más cerca de donde me encontraba, expresaba su dulce canto, ese gemido, ese  llamado a su compañera a esa que ha elegido para toda su vida y que el día que ella muera no buscará a ninguna otra para remplazarla. Son pareja de por vida igual que las golondrinas.

La llamaba para que viniera con ella, cada  día le gusta más el lugar, me puso contenta el verla, no voló tan rápido esta vez, como que se quedó un ratito más, aunque hasta ahora solo he podido fotografiar a su cola, desde el patio, pues cuando me ve con la cámara se da vuelta y se aleja desapareciendo de mi visión.

En la otra ventana que da a la calle como no me ven, entonces todo es más tranquilo y las he podido retratar mientras dan sus vueltas en su caminar picoteando.

 

 

Venía de estar con la tórtola cuando al asomarme a la ventana del frente ahí las veo a las dos golondrinas en el piso, comiendo resto de alimento que alguien había dejado. Es un espacio donde se nutren varios animalitos, perros y pájaros principalmente.

Me dio mucho gusto verlas detenidas,  sin todo ese nerviosismo que traen, hay veces que parecen eléctricas, por eso creo que se mueven tanto, tienen que liberar de alguna forma la ansiedad, más allá que no se detuvieron  mucho, cualquier cosa las sobresalta y enseguida levantan vuelo.

Eso sí, no cabe duda que son unas maestras en el arte de deslizarse y manejar las corrientes de aire con las cuales juegan de miles de formas, a cual de todas más bellas.

 

 

Las tortolitas ya conocen todo el movimiento de la calle y no tienen miedo a la gente, aunque mantienen su sana distancia, pues no son tiempos para confiar en su totalidad, siempre aparece algún loco de esos que andan sueltos.

Dicen que los pájaros simbolizan la belleza del crecimiento espiritual,  son los  que traen los mensajes de la fuente misma, es bueno dicen que lleguen a las casas y sus alrededores, sea  lo que sea, traen  alegría.

Aunque muchos de ellos juntos pueden llegar a ser un pequeño infiernillo, como en la selva antes del amanecer o en el atardecer que todos cantan su canción al mismo tiempo, en diferentes tonos, duración, creando una verdadera contaminación auditiva por los decibeles que son capaces de generar, al mejor estilo ciudad, la única diferencia es que dura en el amanecer mientras el Astro Rey asciende y se muestra con toda su luz y cuando desciende en el atardecer, hasta que todo se acalla y llega el silencio profundo y vacío que si se aprovecha conecta directo con el Universo por unos momentos,  hasta que es perturbado por los habitantes de la noche, que con sonidos muy sutiles dan entrada a los misterios de la obscuridad.

 

MÉXICO

 

 

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6 comentarios en “CUANDO LOS PÁJAROS SE ACERCAN

  1. A mí esos momentos del amanecer y el atardecer con todos los pájaros cantando a la vez me encantan. Me gusta que hagan ruido ¿ qué se dirán?
    Las golondrinas se parecen mucho a los vencejos, ahora hay muchísimos por aquí, es una delicia verlos volar. También son muy nerviosos.
    Tienes buenos compañeros alados.
    Un abrazo, Themis

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    1. A mí si son como aquí también por más ruidosos no son estridentes, hay lugares de la selva en donde por momentos se vuelve insoportable.
      Despiden al día y tal vez se cuentan sus aventuras.
      No conozco a los vencejos nunca me tope con ellos, han de ser hermosos. Mis nuevos compañeros, ahora se les sumo un gorrión que viene todos los días a buscar qué comer, como encuentra pienso que seguirá regresando, eso sí cuando no estoy.
      Un abrazo grande y feliz fin de semana

      Le gusta a 1 persona

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