LA CONTEMPLACIÓN
En el lugar en el que vivo tengo muchas ventanas, a pesar de ser bien pequeñito, un minimonoambiente, como que quien lo diseñó lo hizo para que se pudiera ver el Cielo y las montañas desde los mejores ángulos, pues son un pueblo amantes del paisaje y de lo natural, más allá que se han alejado mucho de él y las nuevas generaciones ni siquiera conocen lo que sus alrededores guardan, se han acostumbrado a vivir rodeados de paredes como en cualquier gran ciudad.
Hay dos ventanas en las que me he centrado en mis contemplaciones, la que da a la entrada de la cañada que está en el baño y la que mira cuando la misma da una vuelta.
En la ventana donde la cañada da la vuelta es la que está en la mini cocina donde suele ser la que me centra mientras hago mis labores culinarias, mientras espero que se cocinen los sagrados alimentos me gusta mirar los aconteceres del lugar en esos momentos, pongo el temporizador pues es bueno como llamado de atención, pues sino me olvido si dejé algo en el fuego.
Si miro hacia abajo, me encuentro con un pequeño sendero que va hacia la calle, por ahí pasan personas, animales, personas con animales transportando cargas de leña, pues aun en muchas casas del pueblo tienen el fogón, más allá que también tienen estufa a gas, la banda del pueblo cada vez que están anunciando la Festividad de algún Santo o Virgen y recolectando fondos, se paran ahí en la esquinita es donde pegan la publicación de la candelarización de la fiesta, mientras lanzan los cohetes y hacen sonar su música.
La casa de abajo tiene un gran terreno donde hay plantado café, árboles, flores y algo muy chistoso en un rincón se encuentra un inodoro, así nomás al aire libre, el cual no está en uso.
En los árboles se juntan pájaros, que cantan con diferentes tonalidades, al igual que el color de sus plumas difieren uno de otros, desde los más frecuentes los zanates que viven gritando a cada paso que dan, escandalosos como vecinos, igual que las cotorras, eso sí, reluce su plumaje negro, la luz del Sol los tornazola, son bandidos, les gusta robar la comida, siempre están a la expectativa de ver cuando sale la oportunidad, pelioneros no confraternizan mucho con otros, o por lo menos cuando ellos llegan, los otros se alejan.
He aquí a parte de la banda del barrio, en un día de niebla, con cara de no muy buenos amigos, esperando que les traigan la comida a los perros que viven un poco más abajo.
Hay otros que resaltan en las ramas por su atavío rojo, naranja o amarillo.
Es la que muestra las lunas, desde ella se ven como se esconden detrás de la montaña, en la puesta de sol o esas lunas llenas que como grandes discos descienden con su magia.
Esta ventana es ideal para los momentos de niebla, ya que permite visualizar el desdibujo de los diferentes objetos, pues el cielo queda borrado, se esfuma, se diluye y solo baña con su frío.
Aunque esta ventana también muestra a las montañas y al cielo, la que se lleva de calle el primer puesto en eso, es la que está en el baño.
Nos deja ver a ese que nos envuelve, el que cambia incesante, como si no se pudiera quedar quieto, el menor movimiento lo altera, es un desborde de creatividad, de mundos de ensueños, que habitan juntos en el espacio tiempo.
Es como vivir en el Cielo, donde su humor determina lo que se va a presentar y de acuerdo a ello uno tiene que aprender cómo protegerse y de qué forma actuar pues si no, así le va.
No es una ventana que atraiga para mirar por ella, por el contrario, es bastante lóbrega, el baño en si lo es, no entra buena luz, no es como la otra que el mínimo cambio en la luminosidad ella lo hace saber, ésta no, siempre es obscura, lo negro y gris la caracteriza.
Nada más acercarse a ella, las cosas cambian, del otro lado empieza la hermosura, un paisaje muchas veces de ensoñación, de cuento, de fantasía, momentos que aunque uno los está viendo no se los cree, mundo maravilloso, que hay que atravezar la obscuridad para llegar a él.
A pesar de ser una pequeña ventana uno tiene acceso a la comunidad de enfrente, a las nubes, a un cielo teñido de colores en cada puesta de sol, al sendero, a las milpas, al techo de la casa de abajo y sus inquilinos los pato- perros.
Es la que mira a la entrada de la cañada, por donde entra la nube, ese mar que puede mostrar la luminosidad más hermosa, extasiar con el vestido con el que engalana a las montañas, esa creación tan exquisita con que nos agazaja, sin embargo hay veces que se desborda e invade todo, volviendo al lugar un espacio sombrío, sin ninguna otra perspectiva más que el estar encerrado en la bruma, el horizonte se borra, no existe.
Es la que expande, uno se diluye en ella, se vuelve parte de ese velo y así, el Cielo abarca el absoluto.
Sentir, ver, impregnarse de esos cambios de luces, que van llevando al apaciguamiento, que en el atardecer van haciendo entrar en ese cierre de jornada, la noche va invadiendo lenta, pausada, desplegando toda la gama de colores hasta absorverlos y llegar a la penumbra y así la mente, el cuerpo, el alma, van despidiendo al día y entrando en la relajación de la noche en calma.
Desde la Ciudad de las Nubes
Oaxaca
MÉXICO
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!
Muchas gracias por mostrarnos esa ventana que prolonga tu casa hacia la cañada, es una vista muy hermosa. Un abrazo.
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Gracias Carlos, si bien dices es una prolongación que da descanso a los ojos y al alma al contemplarla, un abrazo
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¡Qué preciosidad de vistas! Yo vivo en un piso 4ª planta, tiene mucha claridad, parte de él da a un parque y la otra a al patio de un colegio, así que veo árboles, flores, pájaros y a los chicos en el recreo, bueno tambien oimos a las religiosas cantar a las 7 de la mañana con sus guitarras, así que también tenemos despertador matutino. jajajajajaja Un abrazo
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Qué lindo despertar!, un muy buen despertador. Las vistas también tenerlas es toda una fortuna que hay que agradecer. Un abrazo
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Eres muy privilegiada por tener esas ventanas, no importa que el espacio dentro sea pequeño si tienes esas vistas preciosas. Y tu mirada las embellece aún más.
Pese a vivir en una gran ciudad tengo la suerte de tener una ventana que no tiene otra casa delante, da al patio de un colegio, veo mucho cielo y los atardeceres. Lo demás es muy feo, solo se ven paredes.
Un abrazo, Themis
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Gracias Eva.
Sí, le da mucha amplitud al espacio, simplemente con mirar para afuera,.
Qué bueno! que tengas ventana pues eso hace una gran diferencia, no se vive tan encerrado. Un abrazo grande
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Qué lindas tus ventanas! A mi también me gusta acercarme a la ventana y observar los cambios, ver el cielo, las nubes, los pájaros que vuelan, los ocasos.
Lo que nunca puedo ver son los amaneceres, a esa hora estoy partiendo al trabajo.
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Cuando se tienen ventanas en donde se puede contemplar la naturaleza, es algo bien hermoso y da tranquilidad, como que uno se olvida de los pensamientos y deja que vuelen libremente. Un abrazo
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