SIGUIENDO EL CAMINO
Había salido del teatro de sombras, con el asombro que me había ocasionado, seguí caminando el sendero por el que iba, como si hubiera un señalamiento que me indicara por donde guiar mis pasos.
Iba con toda la atención enfocada en el episodio de la vez anterior, donde el miedo paralizó «el viaje» y el cauce del río, para llamarlo de alguna forma me mostró la carga de más que llevaba y que era hora de soltar.
Que se camina más cómodo cuando se va ligero de equipaje, ya pasó a ser una frase trillada, sin embargo es un trillo intelectual, un deseo tal vez de que así fuera, la realidad es otra cosa, uno tiene el hábito de juntar, de acumular, y le cuesta desprenderse, el apego como le llaman los budistas, es el que se nutre durante la existencia.
Ese creer que este mundo ilusorio es para siempre, nos aferramos a él, no lo queremos soltar, como si no fuera otra cosa más que una parada, para aprender, solo para eso aprender, superar, llegar al verdadero Ser y con ello a la espiritualidad que más allá cuando ya se acaba la vida es la única fuerza que nos acompaña, así sea «cinco segundos antes de la muerte», dijera el poeta.
Por más que en toda la historia espiritual del hombre el consejo universal de todas las expresiones que de ella nacieron, dichas de una forma o de otra fue :
-Suelta lo terrenal, la Vida se encuentra por otro camino, nos asimos a ello, como si fuera la tabla de salvación, sin embargo por ahí no va, lo sabemos sin embargo seguimos persistiendo, es nuestra seguridad, más allá que también sabemos, que ella no existe, que todo es relativo en esta dimensión.
Un gran ideal, dedicarse a vivir la Vida
La atmósfera hacía que mis pulmones recibieran bocanadas de un aire seco, a veces con sabor a tierra, su aroma se filtraba por mis fosas nasales.
La respiración profunda, enfocada en ella, cosa que a pocos importa, aprovechando el alimento del cual nutre. Estaba inmersa en el entorno.
Inspiraciones largas, un pequeño detenimiento y luego soltar el aire lentamente, para volver a retener y regresar a los inicios, prestando toda la atención, dedicarle a esta función relevante de la vida todo el tiempo del mundo.
Si no respiro no vivo y respiro constante, despierta y dormida, parada o sentada, trabajando o descansando, siempre respiro, es uno de los actos más constantes que tengo en la vida, más cercano a «mi misma» y sin embargo no le presto la atención debida.
RESPIRAR
VOLVERSE CONCIENTE
Así respirando, deteniéndome por momentos y perdiéndome en esas imágenes que cada vez me llevaban más cerca de un mundo fantástico, donde lo soledad reinaba, la humana, pues las presencias del desierto por allí estaban.
Había llegado de nuevo al sendero entre arbustos que daban una maravillosa sombra, con luces que se colaban entre las rendijas, sin embargo esta vez lo hacía sola, iba a enfrentarme a mi reto, a ese miedo que se había hecho eco en la visita anterior y que había de llegar más cerca de él, conocerlo para de esa forma diluirlo.
Daba gusto caminar por él, era un descanso frente al fuerte sol que estaba sobre mi cabeza.
A ambos lados había alambrada, recorría un túnel natural, que iba llevando a otro espacio dentro de ese gran desierto, se escuchaba el trinar de los pájaros en el silencio.
Era como ir viajando paso a paso hacia otra dimensión.
La atención la llevaba concentrada en la forma en que me movía, en las piedras y sus distintos niveles, en lo que sucedía o no sucedía alrededor.
El silencio estaba en su esplendor, si me paraba era como si el mundo se quedara quieto, no había vibraciones, era un instante pleno.
Las luces eran las que empezaron a cambiar, se volvía una escenografía envolvente.
Seguía caminando cuando de repente frente a mí se apareció enmarcado por árboles el cauce del río seco.
Escuché unas voces a lo lejos como traídas por una brisa que se levantó en ese momento, me detuve, presté atención de donde procedían, más allá que todo estaba desértico, no aparecía nadie por los alrededores, en apariencia.
Continué mi andar, de nuevo las voces que viajaban por el aire, se dejaron escuchar con una intensidad que parecía tenerlas a mi lado, me sobresaltaron, era como si alguien me hablara, dijera algo que no podía entender, sin embargo venían de muy lejos, de donde se encontraba una salina, así por lo menos fue lo que mi mente se contestó para tranquilizarse, parecía que de allí fuera, cuando en un instante todo se acalló.
El silencio se volvió a hacer cargo del instante, seguí avanzando, al salir de ese pasadizo natural, me encontré en el cauce del río seco.
Continuará……
ZAPOTITLÁN SALINAS
MÉXICO
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!
Tus paseos son meditación pura. Meditación en movimiento.
Es verdad, nos cuesta mucho soltar, desapegarnos, hasta cuando sabemos que es lo correcto.
Abrazo, Themis
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Hola Eva, suelen serlo, es un buen instante para hacerlo y el alrededor va alcanzando otra dimensión.
Si soltamos sentimos como si perdiéramos una parte de nosotros mismos, he ahí la inseguridad que nos ocasiona, nos definimos como algo inamovibles, en algo tan voluble como es esta vida. Un abrazo
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Detenerse, respirar profundamente, cerrar los ojos y dejar que la tierra nos abrace, es la maravillosa sensación de sentirse parte de la vida. Un abrazo.
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Hola Carlos, sí, dejarse ser abrazado por la Madre Tierra y que nos cobije, sentirse fundido con ella, sin embargo es algo que a veces nos da miedo, pues nos hemos alejado creando una cárcel de concreto a su alrededor y ¿la vida?. ¿Qué es eso?, ¿acaso existe?……… Un abrazo
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Gracias Themis.
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Una belleza sin más.
Y todo lo que nos narras le hace cobrar vida. Incluso me vi en ese paseo.
Que bonito.
Gracias. Un abrazote
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Gracias Esperanza, hermoso espacio, recorrerlo es un regocijo para el alma, es México con sus tierras y paisajes de encanto. Un abrazo grande
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