Puesta de sol en la montaña

HISTORIA DE ANIMALITOS: HOUDINI EL GALLO ( 2)

 

El escapista

 

Allá llegué con el gallito a la casa, el cual aún no tenía forma de un gallo de verdad lo que es más estaba en la etapa esa de los pollos en que iba perdiendo su plumaje y quedaba desnudo y por otro lado se transformaba en un ser bastante antiestético, se parecía más a los que estaban en las góndolas de los supermercados, en puro pellejo. La diferencia era que este caminaba.

La verdad que no entendía nada de pollos, para mí eran total y absolutamente prescindibles, pero en la casa fue todo un alboroto pues el ejemplar se les hizo muy bueno y con mucho futuro, se alegraron de que llegara con él.

Conseguí vacunas para darle encargándoselas a uno de los vecinos que iba a ir rumbo a la ciudad la cual quedaba a algunas horas de distancia y había un solo autobús que pasaba en la madrugada y regresaba en la tarde, siempre y cuando no le sucediera algún desperfecto. Eso es otra historia.

 

autobus en las cañadas mexicanas

 

La peste solía llegar a la comarca y arrasaba con todas las plumas que se encontraba en su camino, un acto bastante frecuente y que no dejaba ninguna enseñanza, pues a pesar de perder a todas sus aves, no había individuo que los convenciera de que había que vacunarlos antes y no cuando la primera muerte sucediera.

En ese caso salían todos corriendo en busca de vacunas, más allá que generalmente ya era tarde y la exterminación se hacía presente, la cual todos lamentaban, por un lado pues no solían matarlos para comerlos salvo en situaciones determinadas como era para alguna fiesta o para hacer tamales* sobre todo, pues de esta manera rendía mucho y los huevos la mayor parte los guardaban para poner a criar a alguna gallina.

Ni el hambre les hacía desistir de sus determinaciones, nunca entendí muy claro para qué querían tener tantos animalitos, más allá que nunca juntaban nada pues cuando habían muchos, aparecía la enfermedad de repente como si hubiera estado agazapada aguardando que se reprodujeran, se los llevaba a todos y había que volver a empezar.

Pocos entendían mi conducta pues se les hacía exagerada ya que en la casa en donde iba a estar el futuro gallo no corría peligros pues estaba mero arriba en la montaña separada de las demás casas y la peste generalmente pasaba por la carretera, aniquilando con todos los ejemplares ya que todos vivían junto con pegado y el contagio se hacía en instantes.

Cuando eso sucedía en las casas de la carretera, la de la montaña en donde vivía algunos días en la semana, se volvía un refugio para muchos de los plumíferos, cuando el «Jinete de la Apocalipsis» invadía el poblado, pues parecía que era un poco selectivo y medio haragán para treparse por la terracería y estaba bien difícil que llegara.

Allá venían cargando con sus animalitos para depositarlos al cuidado de los dueños, más bien de las dueñas pues era en la mayor parte de los casos cosas de mujeres criar a los pollos, pues sabían que allí tendrían protección y el lugar se volvía una avícola de individuos, libres, criados con comida seleccionada por ellos mismos, sin ninguna perturbación, donde la felicidad reinaba, eso sí para los que habitábamos el lugar a veces era un poco confuso pues por todas partes había que estar corriendo gallinitas, que se metían a los cuartos sin ningún problema, se subían a las mesas, entraban a la cocina,  se cruzaban por el camino, aparecían en los lugares menos imaginados.

Lo mejor llegaba a ser no pelarlas pues sino uno se volvía loco y sí correrlas del alrededor pues suelen ser bastantes molestas, cuando uno tiene que compenetrarse en algo que está haciendo y ellas hacen muy notoria su presencia,  ahora también suelen ser muy chistosas para observar sus personalidades cuando uno está ahí en esos momentos en que no hay nada para hacer y se puede sumergir en contemplarlas.

El pollo creció, creció, normal como cualquiera de sus congéneres y se transformó en un hermoso gallo, esbelto, con un canto fuerte que lo dejaba oír cada vez que el sol salía o entraba por la montaña y ahí fue cuando comenzó volverse cómo ellos decían: «raro», ya que no le interesaba andar atrás de las gallinas cuidándolas como hacían todos los de su especie que se preciaban de serlo, por el contrario seguía viniendo el gallo de los vecinos más cercanos que ya habían conseguido uno, acompañado de su séquito a perseguir a las gallinas de la casa y de esa forma había extendido sus dominios .

Él no defendía su territorio ni a su clan, por el contrario había tomado la costumbre de salir corriendo montaña arriba todos los días pasado el mediodía cuando el sol ya comenzaba a descender,  a donde se encontraban unos potreros y era un área bastante despejada, desde la cima se podía ver parte de la comunidad y al Astro Rey que ya emprendía su retirada y era como si él quisiera ir a saludarlo, hacerle su reverencia,  era como si fuera un enamorado que se escapaba a ver a su bien amado.

Desde arriba lanzaba su canto enérgico y estridente como que el sol se le presentaba más libre y señorial, parecía que tenía apresada  el alma de un tenor que extrañaba los reflectores directamente sobre él  y se sentía en lo alto de la montaña como en un gran escenario.

 

paisaje montaña

 

La cuestión fue que comenzó a inquietar a los pobladores pues temían que se perdiera y dejar perder un ejemplar así se podía volver toda una tragedia, cada tanto venía alguien con él cargando a traerlo de regreso, previo haberlo tenido que correr para poderlo alcanzar, pues cada día se hacía más difícil el atraparlo, pues estaba agarrando entrenamiento en el hábito.

Cada vez  se hicieron más frecuentes sus escapadas, por lo tanto cada vez eran más los involucrados y no quería saber nada con su grupo de gallinas, donde se encontraban «Las Presidiarias» cómo le llamaba a dos de ellas que siempre andaban juntas, picando por aquí, picando por allá mientras calmadamente daban la vuelta al patio, el color de sus plumas parecían los trajes a rayas de los presos.

 

gallinas

 

También estaba «La Atlética» que tenía un gusto muy especial de perseguir y cazar a todo animalito que volara y cuando corría detrás de ellos lo hacía con un porte de gran corredora que impactaba, sus pasos tenían mucho garbo, eso sí iba tan atenta en el insecto que quería obtener que muchas veces no se fijaba y se impactaba contra uno que pasaba y salía graznando despavorida.

 

gallinas

 

También estaba la perfecta «Madre Gallina», que muy orgullosa se paseaba con sus hijos, mostrándolos a todos con una cierta presunción

 

gallinas

 

y cuando veía que algo podía traer problemas se echaba y todos se cobijaban debajo de ella.

 

gallinas

 

Había muchas más pero realmente parecían del montón no tenían ningún rasgo que les diera una personalidad más definida.

Bueno, estaba «La Chismosa», que vivía fisgoneando todo lo que sucedía a su alrededor, siempre pendiente de la vida ajena, era todo un personaje se aparecía en cualquier parte y había que espantarla.

 

gallinas

 

Se resolvió atarlo con una piola larga para que pudiera caminar y buscar su comida por los pastos del patio, pero no dio resultado pues quien sabe cómo logró enredarse y se temió que sucediera lo mismo que había pasado con Hércules, un marrano que había sobrevivido a la erradicación de su especie en la montaña pero no a su destino.

Ellos a los marranos los criaban sueltos, tenían un espacio donde encerrarlos en la noche, sin embargo en el día ellos se tenían que procurar su comida, iban caminando de un lugar a otro en la búsqueda, y solían ser muy sucios, desagradables y supuestamente llenos de enfermedades.

Resulta que el gobierno a los que se habían pasado a su bando como ellos decían, ahora había dos bandos conformados y los estaba apoyando condicionó la ayuda a la erradicación de los puerquitos sueltos, pues eran focos de enfermedad, más allá que ellos los criaban para la venta, pues era una de las pocas posibilidades que tenían de lograr algo de efectivo, ya que una vez al año o dos a veces pasaban unas camionetas comprando a los ejemplares disponibles y era cómo una forma de ahorro, aunque a veces les daban tanto de comer para que engordaran y les pagaran más que salía más caros alimentarlos de lo que sacaban con la venta, sin embargo eso no era lo importante, le daban dinero en efectivo.

Sin embargo ahora el dinero se los iba a dar el gobierno y con ello ya no habrían tantos problemas, pues cada dos meses recibirían su remesa.

La orden era sacar todos los marranos o tenerlos encerrados, ya no podían andar más libres por donde les gustara, hablando entre los bandos en que había quedado dividida la comunidad llegaron al acuerdo de que era buena medida.

Casi la mayor parte del pueblo se deshizo de los animalitos, matándolos, comiendo y vendiendo la carne, pues ya no convenía encerrarlos ya que darles de comer se volvería toda una carga y más si tenían que cuidar que no escaparan.

Fue una época en donde casi todos estaban contentos pues la carne corría de un lado y del otro, se podía conseguir y disfrutarla como jamás habían hecho en sus vidas. Era como si la abundancia hubiera llegado al pueblo.

El Omar que era un adolescente, si así se podía decir, pues en el lugar esa etapa no existía, después de la pubertad se preparaba para ser adulto y muy temprano se buscaba mujer para casarse o huirse con ella,  que ya se estaba haciendo hombre pero sin embargo no le tenían mucho respeto y conseguir mujer se le dificultaba pues cuando era chico se había caído del caballo y eso ocasionó a criterio de la mayoría que se quedara «medio zonzo» pues no había podido recuperar bien su chulel, el alma, que parte de ella se había desprendido con el golpe.

Era un ser con una esencia muy noble, que tenía otra forma de pensar, se podía decir que no conocía la maldad, era como que por él no pasaba esa fibra o mejor dicho se había desactivado, por otro lado dentro de la comunidad era uno de los que mejor hablaba el español donde la mayoría era monolingüe.

Había criado a varios marranos y eran su orgullo, pues salían todos buenos y se estaba volviendo especialista en este ramo, buscaba en una parte con ello el respeto de sus semejantes y el que le dieran ya el lugar de hombre.

Sin embargo el Hércules era otra cosa, era el fisicoculturista de los cerditos, era un Atlas y el no podía dejarlo ir, pero temía que en donde lo tenía se escapara y ya se había hablado y se había tomado acuerdo por unanimidad que marrano suelto se sacrificaba y eso lo tenía afligido así que la mejor forma que encontró para tener seguro al Hércules, fue atarlo.

Sin embargo al bichito le gustaba andar suelto y eso se notaba en que el animal comenzó a perder peso lo que llevó al Omar a sacarlo a pasear como si fuera perro, atado a su correa, todos los días después que venía de la milpa. Por ahí se lo veía entrando a la selva con el animalito sujeto a un mecate.

Recuerdo en que era el tiempo en que vivía en una casa más o menos cercana montaña arriba de la que él vivía y muchas tardes solía llegar con el Hércules amarradito, limpito y muy bien portado de visita.

 

 paisaje

 

El Hércules no era feliz y parece que padecía de depresión porcina y como sucede a veces en estas historias el final fue trágico y terminó por suicidarse, con la cuerda que le servía para ir a pasear.

El Omar durante tiempo estuvo triste, muy triste, no se podía hacer a la idea que había perdido a animal tan preciado y no había forma de conformarlo, nada que se le pudiera decir aliviaba su pena.

El resto de la casa y los vecinos todos estaban muy contentos, pues como la muerte había sido limpia, murió ahorcado se lo podían comer, así que entre todos se repartieron el animal, lógicamente pagando lo que se acostumbraba por ello para ver si con dinerito en mano el Omar volvía a ponerse contento, pero tener carne para comer que cayera así del Cielo, después de la erradicación, como sorpresa pues no era esperada  no se daba muy seguido, con seguridad que la Vida les estaba mandando un regalo, así era ella a veces le sacaba a Uno para darle a Otro, lo que era como su capricho, ¿saber?, había veces que era muy misteriosa las decisiones que tomaba y bueno, a  ningún cristiano se le ocurría discutírselas.

Así que nuestro Houdini fue de nuevo dejado en libertad con la esperanza de que desistiera en sus huidas, en la próxima les seguiré contando el desenlace de esta historia.

 

Continuará…….

México

 

HISTORIA DE ANIMALITOS: HOUDINI EL GALLO (1)

 

*El tamal (del náhuatl tamalli, que significa envuelto) es un nombre genérico dado a varios platos americanos de origen indígena preparado generalmente con masa de maíz cocida envuelta en hojas de la mazorca o de la misma planta de maíz, plátano, bijao, maguey, aguacate o incluso papel aluminio o plástico.

 

 

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4 comentarios en “HISTORIA DE ANIMALITOS: HOUDINI EL GALLO ( 2)

    1. Hola Paloma, más allá que nunca tuve mucha cercanía a Houdini, se me hacía un ser extraño para el lugar que le había tocado nacer, por su gracia llamó mi atención. El próximo capítulo es el desenlace. Un abrazo

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