LA RETIRADA
El día había amanecido sombrío, con rachas de viento que por momentos azotaban las ramas de los árboles haciéndolas danzar con movimientos bruscos, más allá que una brisa fuerte era la constante.
Amenazaba entre llover y no llover, como si el tiempo estuviera indeciso, de repente dejaba caer algunas gotas que con rapidez desaparecían ya que el calor era parte del momento.
Llegó el atardecer y con él una gran obscuridad impregnó el ambiente como si en el Cielo se hubieran cerrado todas las ventanas y poca era la luz que dejaba pasar, como si la noche hubiera sorprendido a los desprevenidos que no se la esperaban cuando… de un instante para otro, tímidamente los claros comenzaron a asomar, grises, amarillos y colores desdibujados que daban la señal que se preparaba un acontecimiento.
La tormenta se iba surcando los Cielos rumbo al Este, salí a despedirme de ella, habíamos convivido juntas por largo tiempo y tal vez me regalara una de sus magníficas retiradas.
Por la calle caminando entre los jacarandas florecidos que llovían sus flores celestes, salpicando el césped y la calle que los rodeaba fui rumbo a la playa.
Llegué para encontrarme frente a una representación en blanco y grises, la blancura de la arena que había sido peinada por el viento, ni una sola huella se veía en ella, aún no había pasado ningún ser viviente que dejara su rastro.
Me fui directo a la cañadita donde se encuentra una de las dunas más alta, lugar que encierra un punto mágico de encuentros.
No se divisaba a nadie cerca. Fui grabando el piso dejando la pisada plasmada, en los arabescos dibujados en la arena, subí el montículo y ahí me instalé.
El viento de a rachas soplaba fuerte, para luego calmarse y dar sosiego. El mar chocolate estaba tranquilo, se estaba apaciguando y a medida que el sol bajaba se iba tiñendo de amarillos.
Poco a poco comenzaron a llegar los que anhelan estar cerca del horizonte y mojar sus pies en el agua, pasear simplemente a sus perros o hacer el ejercicio que les faltaba. La playa se comenzó a poblar de los cazadores de momentos.
La tormenta seguía su curso camino al Este que se ennegrecía.
El Oeste que guardaba al sol se iba tiñendo de todas las gamas de amarillo que como haces de un faro celestial guiaban la mirada y dejaban ver los colores que su repliegue regalaba al alma que se liberaba.
Las Toscas, Uruguay
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GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!
Preciosa luz en todas las fotos.
Muy bellas
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La retirada de las tormentas se prestan muchas veces para descubrir la magia de la luz, son momentos para no perdérselos si tienes la posibilidad de estar en ellos. Feliz semana, un abrazo
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Es verdad, a mí también me gusta captarlos.
Otro abrazo, Themis
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Ainsss que ganas me han entrado de pasear la playa inmaculada, con paraguas y botas de agua. Es una entrada cargada de cotidianidad. Y una fotos bien bonitas. Un besazo.
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Gracias Carlos, te mando un abrazo
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Una vez más, gracias por traerme esos recuerdos de mi Uruguay querido.
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Y seguiré llevándote más, para que los disfrutes. Un abrazo
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