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SE ACERCAN LAS ÁNIMAS

«Al fin que para morir nacimos».  Dicho popular

A raíz de la presentación del libro de Julie Sopetrán y Mary J. Andrade, CALACAS: MUERTE DE RISA, donde publica una serie de «calveritas literarias» de su creación, que son un poema de carácter popular que forma parte de la tradición mexicana en el Día de Muertos, donde plantean de una forma fantaseosa una situación en donde algún amigo o personaje público se encuentra con La Pelona y ésta se lo lleva para el otro mundo.

En esa presentación que habló sobre los motivos que la llevó a la publicación ya del segundo libro sobre el tema y fueron los niños quienes la volcaron a hacerlo, aquellos a los cuales no se les permite el conocerla, que se les oculta, no así como los niños mexicanos que crecen jugando y compartiendo todos los momentos con ella, de ahí recordé mi primera anécdota con esta tradición en una escuela en la que trabajaba y que hace ya un tiempo publiqué en este blog, donde un shock cultural hizo que me cimbrara toda por dentro y descubriera de una forma intempestiva que………

AQUÍ LOS DEJO CON EL CUENTO

***

Ya se acerca el día en que se les festeja y el pueblo se viste de fiesta para agasajarlos. Es una de las fechas más esperadas y para mí la que más me gusta de México.

Ya son dos días los que me despierto en el Ranchito con la música de los huehuentones, con su ritmo característico que hace que uno comience a mover las patitas y a mecer el cuerpo acompañando la cadencia, en otra entrega les contaré sobre ellos, pues tendrán una cobertura especial.

Caminas por las calles del pueblo y esa misma música se despliega desde las casas, por todos los locales que venden discos su sonido emerge……..Muertos se acerca. La comunidad prepara el ambiente para recibirlos.

Día de Muertos en México es una de las tradiciones más arraigadas, viene de la época prehispánica y se mantiene más allá de los tiempos.

La calaca obtiene un lugar primordial, todo se adorna con ella, se la representa en escenas cotidianas, en pasteles, en papel picado, se la viste de mil maneras, los niños juegan con calaveritas de luces o de papel maché, se regalan calaquitas de azúcar o de chocolate con el nombre del destinatario en su frente, las panaderías se visten de fiesta, pues venden el pan especial para esas fechas.

Se hacen los altares con sus ofrendas donde no puede faltar el agua por si el alma viene con sed después del largo camino, ni la sal que sirve para la purificación, velas, veladoras, cirios, para alumbrar la llegada y que no se pierdan, el copal (incienso) que limpia el ambiente de los malos espíritus, flores sobre todo el cempasúchitl de un color naranja intenso característica de este día, el pan de muertos, el aguardiente para recordar momentos felices y la comida que tiene como objetivo deleitar a los muertitos que nos visitan.

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Opcional es ponerle las fotos de los difuntitos, las calaveritas de azúcar, cigarrillos y eso sí, si hay niños que se ofrendan los juguetes no pueden faltar, igual que los dulces, para que se diviertan cuando lleguen.

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En casi todas las casas, escuelas, oficinas, museos, la ofrenda es algo que caracteriza estos momentos y la mayor parte disfrutan con ellas, así como intercambian las calaveritas literarias.

Recuerdo cuando llegué a México, me tocó la primera celebración a los tres meses más o menos de estar en el país.

Trabajaba en una escuela. Muchos días antes de la fecha todos los niños y maestros estaban alborotados realizando la ofrenda, ya que iba a haber un concurso en donde el salón que mejor la realizara iba a ganar un paseo.

El mismo día del dictamen me entero que había sido elegida como jurado.

Todas las ventanas de los salones habían sido tapizadas con cartulinas negras que no permitían la entrada de la luz ni ver desde afuera qué había dentro.

Fuimos recorriendo con los otros miembros del jurado cada uno de ellos.

Para mí, todo era nuevo, las ofrendas que representaban a diferentes regiones, alumbradas por luces de velas, donde la comida estaba expuesta junto a las flores, las calaveritas de azúcar y todo lo que lleva. Algunas tenían los pétalos de las flores regadas por el piso para marcarle el camino al ánima que la iba a visitar. Unas hechas  sobre petates en el suelo, otras sobre mesas, con diferentes niveles, adornadas con hojas de palmas, la variedad llamaba la atención.

Al entrar al salón de 5to. año, lo primero que percibí fue que rompía con las decoraciones realizadas en los anteriores y muy grande fue mi sorpresa cuando me encuentro frente a una tumba muy bien elaborada y en ella leo mi nombre, mi fecha de nacimiento y ese día señalado como el de mi muerte, con un epitafio que decía algo así como que la Huesuda me había encontrado mientras cantaba, bailaba y pintaba, ya que yo daba clases de música y pintura y con ella me había llevado.

Quedé clavada en el piso, no salía de la impresión, más allá observaba todo pues era  muy místico, hermoso, más algo adentro mío clamaba por huir, acostumbrada a que en mi país de origen, la muerte era algo muy triste, lúgubre, serio, donde parecía que ese día no podía hacerse nada que alegrara al espíritu, pues uno cometía «pecado», a los niños se los aleja  y aquí por el contrario jugaban con ella.  Me encontraba con un concepto diferente que rompía todos mis esquemas.

Los niños reían, estaban felices, representando una comida en el panteón alumbrados por las luces de las velas, todos me miraban esperando mi reacción, la cual fue de inmutabilidad.

Al salir los otros maestros me comentan:

-¿Cómo te quieren?.

-Verme muerta- contesto

Una de ellas frente a mi ignorancia y sorpresa, me empieza a explicar que era un honor que me hubieran elegido, ya que era un homenaje que me estaban haciendo.

Después de terminado el recorrido y de haber deliberado, me habían invitado a compartir en el salón de quinto la comida y allá fui.

Comí junto a mi tumba, escuchando música de mariachis que entre todos coreábamos y otras que intercambiaban para darle algarabía al encuentro.

Ese mundo era tan irreal para mí, esa concepción, el gozo, la felicidad, el festejar, el cantar, el reír, el ambiente entre velas que nos volvía a todos como espíritus que deambulábamos libres, contentos, con una gran sonrisa por estar juntos compartiendo ese momento tan especial.

Ese día yo festejé con mi muerte, pues la representación de mi tumba estaba ahí, en un acto simbólico donde me invitaba a morir para renacer a este nuevo mundo que se me abría.

Ya se me había pasado la sorpresa inicial, que hizo que un terremoto demoliera los viejos conceptos, frente a un giro tan abrupto del sistema de creencia, algo dentro mío hizo click y desde ese día el reino de la muerte cambió para mí.

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La Democrática me recibió de una forma esplendorosa y me dijo:
» No pierdas tiempo, vive, que yo  aquí estoy y te llevaré
cuando menos te lo esperes».

***

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24 comentarios en “SE ACERCAN LAS ÁNIMAS

      1. No sé quienes se fueron, acá las ánimas acaban de llegar, las fuimos a buscar al «Ombligo del Mundo», si quieres saber que es está pendiente, en algún momento lo narraré. Un abrazo

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