Cuando se abandona el nido
De regreso al Ranchito en México, después de dar la vuelta por el pueblo, al llegar me encuentro con qué el bebé colibrí, ya está enorme, no entra en el nido, su pico se afinó y creció, su cola ya se sale para afuera. Está fuerte, atento y le sorprendió mi llegada, cómo que me percibió, cosa que antes, no había tenido en cuenta.

Me fui a dar la vuelta a ver que más había acontecido durante mi ausencia, la belleza se presentó, la primera flor del café había nacido y se mostraba en toda su simpleza, con su aroma característico, que desde ahora anuncia el deleite que será su fruto.

Después de estarla contemplando, seguí mi camino y a lo alto de uno de los árboles, una bromelia con su flor rosa obscuro y brillante rompía la monotonía del verde de los árboles.
-Las cuatro gotas que cayeron el otro día-me dije a mí misma- muestran sus resultados.
El riachuelo estaba limpio, ya tranquilo puede esperar las lluvias, para volver a cantar todo el día.
Fui por mis tortillas y mi frijol. Los niños estaban ahí y vinieron conmigo.
Querían filmar, para luego verse y se pusieron a limpiar el «set» desde donde iban a realizar su filmación, para que quedara prolijo y se viera bien, de paso limpiábamos el terreno. El corto fue una pequeña presentación y luego la invitación a recorrer el cauce del riachuelo seco.
Después nos sentamos a comer fruta ya que me habían regalado muchas en el pueblo, mangos, manzanas, plátanos, ciruelas que se cosechan en los alrededores y yo había llevado la ¡tan cotizada toronja!, que les encanta comer, gotita por gotita.

-¿Verdad que la toronja tiene sangre dentro?- pregunta Edwin- qué es ¡muy rica!- mientras se relame.
Terminando casi de saborear todas esas delicatesen que la vida se había encargado de enviarnos, se escuchó el grito desde la casa. Así que se fueron corriendo, para al rato regresar, pues aún faltaba para que obscureciera.
Estaba ahí en la cocina sentada, esperando que se hiciera la comida, contemplando por la puerta como la colibrí iba y venía, se asomaba, me avisaba con su batir de alas sonora su presencia, para luego salir de volada a hacer otro de los recorridos, cuando veo al pequeño colibrí que ahora sí, no cabía en su nido, que se eleva, se sujeta del borde con las alas y se incorpora, parándose en la orilla del nido.

Perpleja me quedé mirando, cómo alzó su vuelo, hasta posarse en un tirante del alero, donde quedó parado por unos instantes, como tomando fuerza, para luego seguir volando hasta la rama de un árbol, donde nuevamente se detuvo para al fin abandonar para siempre su nido, rumbo a la libertad.

¡Qué hermoso!, por un lado, por el otro me quedó la congoja de verlo partir, sin embargo agradecí a la Vida el haber podido ser espectador de este proceso mágico y de tener el privilegio de compartir sus vidas.
La madre cuando se dio cuenta que ya su hijo había desaparecido, de nuevo enloqueció y daba vueltas chille que chille, entraba y salía sin consuelo, se me paraba enfrente otra vez como reclamando o preguntando o saber cuál era su actitud. Eso sí, totalmente alterada, como la madre que pierde al hijo en el supermercado.
Así anduvo por más de una hora, hasta que se calmó, con seguridad que encontró a su hijo.
A la mañana siguiente, ya no tuve despertador. La extrañé. Fue ¡tan efímera! su permanencia, unas pocas semanas y finalizó todo el proceso.
Todavía se la siente por las inmediaciones con su característico chispeo, debe andar enseñándole a su hijo a valerse por sí mismo, ya que por unos cuantos días lo seguirá alimentando y enseñándole a cazar mosquitas, libar el néctar de las flores, hasta que luego, ya quedarán los dos libres a los vientos.
Por aquí ya va acabando esta historia de la colibrí y su bebé, aunque seguirá su cauce por otros derroteros, ya que hay en esta vida muchos milagros maravillosos que se presentan frente a nuestros ojos, así como incógnitas para resolver, cómo esta que me trae desde hace tiempo preguntándome:
-¿ Quién será que hace estos agujeros en la tierra ?, pues por ahora no sé ve animalito alguno, sin embargo alguien los cava y no son las hormigas. Entrar en la contemplación para hallar la respuesta, es la que me queda.

Desde la interrogación les mando sabiduría a todos.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡HASTA LA VISTA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Espero hayas disfrutado esta historia…!
Si te gustó te agradecería que me lo hicieras saber, que la compartieras con otros .
Conocer tu opinión es algo que me interesa mucho…!
Así mismo te invito a leer los capítulos anteriores en el blog, donde también encontrarás más artículos que te pueden atraer.
GRACIAS!!! SALUDOS!!!


Me está gustando muchísimo tu blog, tan bello, sencillo y atento a la naturaleza. Enhorabuena!
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¡Qué bueno!, me alegra. Un abrazo
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Cuanta belleza!! Cuanta naturalidad!! Hermoso blog Themis. Abrazos desde República Dominicana!
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Gracias, que bueno que te guste, seguiremos en contacto. Un abrazo grande desde México
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Por todos los dioses, ¡Cuánta belleza!
Gran blog, y por cierto, gracias por pasarte por mi blog, lamentablemente lo he tenido postergado.
Un saludo desde Ecuador 🙂
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Themis, word press no me reconoce mi contraseña de gmail cada vez que coloco un comentario dice que no corresponde mi contraseña…así que va por acá: me gustan tus textos, frescos y livianos! así como las fotos.
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Suele suceder, pero que bueno que me lo enviaste, que te gusten mis textos, gracias. Trato de escribir con frescura y vivir con ella a pesar de este mundo que nos rodea, que cada día se pone más áspero y no quiero que me atrape. Un abrazo
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Themis…hermosa historia del colibri. En mi jardin aparecen pero nunca vi sus nidos. Gracias por compartirlo!! Bss
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Son hermosos, pequeñitos, construidos con musgos y dentro con telarañas lo que lo hace muy suavecito. Gracias por tu comentario. Un abrazo
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Como tus textos, Themis! Saludos desde el norte mexicano….siempre he amado tus fotos. Gracias por ellas y por el aroma a tierra mojada que nos regalas en cada envio!
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Gracias Mague, ¡Qué lindo! ese sentir de aroma a tierra mojada, me gustó mucho, me regalas un reflejo de lo que trasmito muy valioso para mí. Un abrazo desde el sur
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