A medida que pasa el tiempo, va la calle cubriéndose de una paleta de colores, dejando que el negro del pavimento desaparezca, muestra el desafío de muchos que desean ver su creación plasmada.
Arrodillados, en cuclillas o sentados, cansados de tanto subir y bajar, donde las piernas a veces no responden, dan pie al nacimiento de una obra de arte que tiene el encanto de lo efímero, donde el proceso es más importante que guardar el resultado para verlo colgado, donde la primera lluvia barrerá la huella de lo que ahí descansó durante un breve período.

«Vivir la experiencia, es lo que me atrae», «No es importante ganar, si no vivir este momento», «Obvio que me vuelvo a presentar en el próximo año y espero que me elijan», «Me siento feliz por estar aquí», «Me siento como niño jugando, cuando el tiempo se va sin darnos cuenta….», cubiertos los pies, las manos, la cara con tiza contestan sin dudas a las preguntas que se les hacen.

En donde casi las respuestas son unánimes, con diferentes palabras contestadas, sin embargo la esencia la misma: lo increíble de vivir ese instante, confraternizar con otros, solidarizarse, crear, crear y crear, hacer lo que más les gusta: PINTAR, sin importar nada, dejar plasmado lo que nace de su interior, sin tener en cuenta el tiempo que perdure, si ganan o no, el gozo de lo vivido que impregna al corazón y lo hace latir en un son conjunto con todos aquellos que fueron partícipes del momento.
¡Preciosoooooo!
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Sí, gran disfrute. Un abrazo
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Una tradición espectacular, sólo me da pena lo efímero de las maravillosas expresiones de los seres que se atreven a pintar. Bendiciones.
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Lo efímero nos enseña a veces que en esta vida no todo perdura por siempre, valorar el proceso más que el mantener lo logrado, nos ayuda a desapegarnos de las cosas. Gracias por tu comentario, un abrazo
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