CIUDAD DE MÉXICO: EL AUDIORAMA (2)

EL DELIRANTE ENCUENTRO

Me había comprado una unos días antes, en un instante en que la necesidad se presentó e instantáneamente la acción se hizo cargo de obedecer, sin dejar que la mente pusiera pretextos o frenara la iniciativa.

Ese instrumento que cargaba siempre conmigo en otros tiempos, cuando las «pantallitas» no se habían apoderado en su comodidad de ese sentir liberador de la escritura a mano: una libreta y una pluma, que si era punto fino era estar en la gloria.

La voz femenina suave y nostálgica me iba llevando, caminaba lento, miraba a un lado y a otro, me parecía mentira estar rodeada de tanta vegetación, de la frescura que emanaba que lo invadía todo, de esa cúpula de árboles enormes.

*

*

Casi todos los lugares para sentarse estaban ocupados, sobretodos esos columpios colgantes que me atraían, quería sumergirme en uno de ellos, mecerme, sentirme cobijada en un útero, sin conceptos, solo percibiendo sonidos, luces, vibraciones, volviendo a esa pureza del origen, donde nada tiene que ser nombrado, ni definido, ni encasillado, bucear en ello por unos momentos, para luego brincar a esa vida que aguardaba con su convite a :

«…una ilusión supersport».

*

*

Caminé unos pasos y allí descubrí a una banca verde, de esas típicas de los parques que no mecían, era como las de antaño, las que no buscaban el confort, el bienestar, lo acolchonado, sino el descubrir dentro el deleite de estar inmerso en esa vegetación que cuando se miraba a lo alto, como cúpula nos rodeaba.

La agradecí y me senté, dispuesta a descansar de tantas emociones refundidas y retoñadas, contemplar en la paz del espíritu todo ese follaje verde, de palmeras, de árboles longevos, de plantas de hojas enormes, volver a sentirme unida a él, que otra enseñanza guardaba, muy diferente a las que los cactus del desierto que enmarcan mi vida actual.

Las empecé a descargar en esa libreta con hojas que se desprendían, ¡oh!, vaya percance, más cuidado al darlas vuelta y dejar un pedazo libre arriba para ver si la podía encuadernar en algún momento.

Mas al encontrarme con ese fluir de la pluma en sus hojas, trajo un suspiro de muy adentro, como si todo mi ser agradeciera ese impulso convertido en libre regreso.

Los extremos se unían en ese justo centro, donde la totalidad se hace cargo por si misma de definir lo que es, en la que se está y para donde agarrar, esa sensación de la libertad que da el ser parte de un todo.

La brisa leve movía las ramas de un árbol que bailaban con ese son suavemente embriagante que se percibía.

Me quedé mirándolas como si fuera una danza que me estaban ofreciendo, era la vida que circulaba, que daba vueltas, que se empeñaba en que la viera de otra manera, con otro enfoque, mucho más sencillo y simple, el de la alegría que no necesita mucho para presentarse, sin embargo, es ¡tan difícil!, de llegar a ella, empeñados siempre en que sea de otra manera, que sea aquello que esperamos, que tiene que ser, obviando lo que es o por estar tan ciegos y en otra frecuencia que no la vemos cuando ahí está frente a nosotros, pues ella se desata en un abrir el corazón al gozo, ese que se encuentra en los pequeños detalles como se es capaz de descubrirlos cuando se es niño, que puede reír frente a una hoja que se mueve y nosotros pobres humanos adultos, nos enfilamos a lo grande, a lo notorio, a aquello que nos hace presumir y sentirnos que somos. Ser frente a los otros y poca cosa con nosotros mismos.

*

*

Entrecerré mis ojos, una melodía aterciopelada entonaba una voz dulce, me dejé llevar por ella, la música, los pájaros con sus trinos, tomé un camino dentro en el que  recogía a todos mis «yoes» y con una sonrisa los invitaba a fundirse, a integrarse, a convertirse en uno con el Universo, aceptar lo vivido, lo que fue, lo que es, lo que será, de donde vengo y a donde voy, la soledad no existe, no es cierta es una creación de la mente que vive de las añoranzas, que no se aboca a la vida sino a las pérdidas, a regodearse en un malsano pasado visto como paradigma, sin darse cuenta que ese está en otro lado, un paso más adelante, al igual que la utopía, ese horizonte que se mueve cuando avanzamos, un decir nada más, pues todo es relativo y nosotros los humanos tenemos siempre la necesidad de referenciar todo, entonces al ir para adelante le llamamos «avance», según de donde se vea.

Ese horizonte movible, al decir de Galeano,

“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.”

Siguiéndola nos va mostrando un camino para nuestro espíritu, para darle un sentido a nuestro existir.

No sé, en la que me he metido, todo es un remolino de emociones, sensaciones, que  giran, giran y se van plasmando sin buscarle de donde salen, son, son, son y quién sabe si seguirán siendo, ¡eso a quien le importa!, ya valieron con que fueron.

Ya a esta altura de la vida, los años nos dan el chance de decir disparates sin ruborizarnos, los de antes ya no somos los mismos… los poetas siguen apareciendo o aquellos que fueron en un momento señalando un rumbo con sus palabras lanzadas a los vientos, que  vinieron

«Con un poema y un trombón a desvelarte el corazón…»

La burbuja se ha roto, como estrellitas que asoman se presentan por todas partes, es la noche, es el día, la rareza de entrar en este mundo surrealista que México se da el lujo de mostrar a quien se deje y que se une a esa locura sureña más «racional» de:

«Y vamos a correr por las cornisas con una golondrina en el motor
Del manicomio nos aplauden: «¡Viva, viva!, los locos que inventaron el amor»

Un platanero que muy orgulloso de ser lo que es, con unas bellas hojas que lucía vestido de gala para ir a la fiesta de este mundo ensoñador, donde en otro poeta aparece, pues ellos no pueden faltar son los invitados de honor, pues no son locos, ya están de remate, por haber elegido esa manera de ver la vida y Líber Falco, ahí está entrando por la alfombra de arpillera, saltando charcos, y:

«Fuera locura pero hoy lo haría:
Atar un moño azul en cada árbol.
Ir con mi corazón de calle a calle.
Decirle a todos que les quiero mucho.
Subir a los pretiles,
gritarles que les quiero.

Fuera locura,
pero hoy lo haría.»

*

*

Embriagada con el espectáculo remembrado, me levanto de esa banca verde, me doy vuelta y veo que ahí está vacía esa hamaca de madera, aprovecho y me siento en ella, me columpio cual niño inconsciente, presa de la fascinación del momento. Va y viene, va y viene, solo juego, una chava que pasa y va derecho al lugar que había dejado libre, me mira y sonríe, le contesto y nos regodeamos en nuestros ánimos, por un instante nos encontramos de corazón a corazón.

*

*

Es hora de partir, de seguir ese camino, sin dejar ese mundo reencontrado, el de ser uno mismo siguiendo a su quimera, pues no duda en alcanzarla en este infinito o en otro, ¿qué importa?, la vida es quien guía mientras se regodea en que de nuevo :

«… enloquecí tu corazón de libertad, ya vas a ver»

La sonrisa dibujada, el suspiro del enamoramiento con la vida, ese sentir que flotaba, que no necesitaba mover mis pies para transportarme, una alforja mágica que volaba al ras de la tierra lo hacía por mí.

 «Nos sale a saludar la gente linda
Y el loco, loco mío, ¡qué sé yo!…»

Cruzo la gran Avenida Insurgentes, esa que es la más larga del mundo, esas chifladuras de distancias y al poner el pie en la otra acera, un señor que ahí estaba atendiendo a unas personas que miraban lo que tenía en exhibición en su puesto, me grita:

-¡Güera!, ¡Güera!

Me doy vuelta y lo miro y me hace una reverencia como un gran caballero, sacándose su sombrero y le contesto con aquella propia de una dama flexionando mis rodillas e inclinando mi cabeza.

***

(Todas las citas que no las abre el nombre del autor y están en comillas son de:

«Balada para un loco», tango compuesto por el músico argentino Astor Piazzolla con letra del poeta uruguayo Horacio Ferrer.

MÉXICO

ABRIL 2024

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8 comentarios en “CIUDAD DE MÉXICO: EL AUDIORAMA (2)

  1. Themis, me has hecho vivir tanto este momento, me has hecho sentir, SENTIRLO tanto y de tal manera que he repetido párrafos una y otra vez. Gracias por VIVIR así, así como muchos olvidan. Con esta plenitud e intesidad. Lo de la libreta es algo que vengo haciendo recientemente por la forma aquella, la de antes y la de ahora, de fluir.

    Es una maravilla esto que has vivido y este recuerdo nuevo que has construido y la experiencia compartida. De verdad te digo que me has removido tanto por dentro!

    Te mando un abrazo más abrazo que los otros. Igual de sentido, pero bueno, un poquito más. Y una gran gratitud. ☺️🌹

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    1. Hola Maty, pienso que lo viviste con la misma intensidad que yo lo hice, fue muy impactante para mí, encontrarme con él, pues muchas veces uno anda papaloteando, si iba rememorando, buscando todos esos puntos que tuvieron para mí un significado muy importante en mi vida, eran concientes, pero este el toparme de la nada con el Audiorama como cereza en el pastel, fue toda una evocación, pues fueron muy pero muy contenedores en aquellos comienzos, donde una nueva forma de vida, la libertad, la nostalgia daban vueltas. Abrazo enorme, enormimísisisisisimooooooooooo y gracias, gracias

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    1. Así es Nuria, un remanso, escondido entre vegetación, para pasar un momento fuera del mundo en el vértigo de la gran ciudad, descansar, respirar, sentirse fuera de todo y disfrutando en mi caso de la escritura. Abrazo grande y gracias

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    1. Bien hablas Carlos de esa forma de andar y que mágicos son los encuentros con esos lugares que transportan a otra época y expande en la que uno se encuentra. Piazzola y esa balada que otra cosa pedir para unirse a ese mundo sin igual. Abrazo grande y gracias

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  2. Hola, Themis, como yo digo a veces «una experienzaca» de esas que se recuerdan siempre y más ahora que la has dejado plasmada en el papel. A ver si aquí en España descubro alguna vez alguno porque me has dejado con ganas de probar esa experiencia. Muchas gracias por narrarlo.

    Un abrazo. 🙂

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    1. Hola Merche, fue una experiencia notable cuando los conocí por primera vez y andaba un poco desnorteada, la migración, la adaptación y ir y refugiarme en uno de ellos fue un encuentro milagroso. Ahora volver a topármelos después de tanto tiempo, recordar lo que fue, unido al sentir de ahora, fue toda una «experienzaca», como dices, Gracias, abrazo bien grande y espero que algún día puedas conocerlos, tal vez tienen otro nombre.

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