MAS ALLÁ DEL CREDO

A LA CONQUISTA DEL PROPIO CORAZÓN

Por donde camino, los indicios me revelan que la Navidad ya habita entre nosotros. Se anuncia con sus leves destellos de un Espíritu que deambula en la existencia, despertando la magia escondida en los seres humanos, en todos aquellos que buscan ese fulgor de sus rayos blancos radiantes y ámbares de ensueño.

Son almas que miran más allá de la superficie, indagando la verdadera energía que la promueve, ese ánimo sagrado que la Navidad encierra. Es un llamado a que el corazón se doblegue y desprenda de sí, los sentimientos vanos, envidias, pleitos, rencores, sometimientos, para arrepentirse de los malos pensamientos, de los corajes y de la falta de amor por su prójimo y hacia sí mismo. Pues sin conquistarse a uno, ¿cómo podrá amar a los demás?. Y si no es el Infinito quien le prodiga ese sentimiento, ¿cómo podrá hallarlo un latir entristecido?.

Las luces me cautivan, me envuelven, le dan al instante un toque sagrado de dulzura y juego con lo divino. Como niño que las merodea, me vuelvo parte de esa esperanza que, aunque por momentos se parezca a una quimera, no deja de tener su esencia especial. No es la forma lo que centra mi atención, sino esa llama que desciende de otro plano. No interesa la historia que el ser humano ha tejido, sino lo que subyace tras ella, esa búsqueda innegable que, tarde o temprano se apodera del alma así sea cinco minutos antes de la muerte. ¿A dónde nos conduce este rastro?. Hacia la inmensidad; a bucear en el vacío del Todo y la Nada.

Allí me encontraba, entre Belenes y Reyes Magos, que adoraban con sus presentes al Recién Llegado. A ese pequeño que desde el primer aliento ya era Dios y Rey de Reyes; así lo cuentan, así lo encumbran.

En la humildad de un pesebre, entre animales que le brindaban su calor, había llegado Aquel que fracturaría el tiempo en un antes y un después.

Sin embargo, pocos son los que le siguen entregándose al camino, despojados de credos y asidos solo a las enseñanzas que en vida Él dejó. Y si no fueran suyas, sin duda habrían sido creadas por alguien, mas eso es lo que menos importa, el origen empalidece ante la lección que yace viva en ellas.

Las divisiones, las disputas y el reclamo de créditos por ser las suyas las auténticas, no son sino vanidades humanas que se disfrazan de verdades absolutas para jactarse sobre los otros.

Pero allí donde el corazón y el espíritu se encuentran con la naturaleza, todo se eleva. Nada hay más hermoso que habitar entre quienes profesan una entrega de fe sin fanatismos; es revolotear entre las estrellas en compañía de almas que juegan, oran y sanan.

La Navidad ha llegado, el Niño ha nacido, el Espíritu se ha derramado para inundar nuestras sombras. Pero este nacimiento no debe ser un destello fugaz que se apaga con los días. El verdadero milagro está en ese pacto de bondad, de amor sin condiciones y esa hermandad que se enaltece más allá de todos los prejuicios, juicios, creencias y ubicaciones.

Que ella sea la antorcha que ilumine nuestro caminar…

¡¡¡ BIENVENIDA SEAS !!!

¡¡¡ Y SEAN !!!

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