DANDO VUELTAS Y GIRANDO
Una brisa persistente se sentía afuera, las cortinas bailaban al compás de ella, daban vueltas, giraban, se entrelazaban, armaban arabescos que sorprendidos de sí mismos repetían una y otra vez la forma como para aprenderla.
Me quedé mirando lo que sucedía, fuera se veía ese andar persistente del aire que acompañaba a las nubes grises que corrían en el cielo, una detrás de otra, como si un soplido lánguido y constante las moviera.
De repente, un pequeño remolino bajó volando en el patio, se acercó a los escalones, los subió y en el medio de él se veía un objeto muy etéreo, muy delicado, que danzaba dentro girando en sí mismo como sostenido de un eje y se depositó en el suelo.
Desde lejos lo miraba, no me daba cuenta de lo que era, sólo que ahí estaba, que había entrado, como lo hacia ella y se había detenido a unos pasos de donde se paraba, me miraba, buscaba el contacto, para luego elevar el vuelo e ir y pararse en el cortinero. Recordé la escena, recordé esa alegría que me ocasionaba, en aquella pandemia que nos tenía encerrados y ella con mucha confianza llegaba como si estuviera en su casa y me abría a otro mundo, el mundo de los alados.
*

*
Me acerqué, quería saber que era, que regalo me había traído la brisa en ese día gris, era: un pétalo fucsia de una Santa Rita o Bugambilia.
Esa planta que amaba cuando era una niña, que extasiada la miraba sin dar crédito de su belleza, de su color que latía alegrando el corazón, había entrado a la casa, la corriente la había traído, la había depositado en ese suelo de ónix con una ligereza que parecía desafiar la gravedad.
Como un latido de color ahí estaba y fue dando vueltas, como bailando al ritmo de la música del silencio, de acordes suaves, mientras el viento fuera revoloteaba.
*

*
Fue rodando con suavidad etérea, de un lado y del otro se mostraba, como una danzante de otro mundo, donde flotaba entre esas piedras pulidas.
En esa danza brotaban como chispeos diminutos que parecían dibujar palabras en el aire: «Recuerda la confianza», dejaba plasmada una enseñanza, muy sencilla y poderosa.
Y entonces, en un susurro que parecía venir desde dentro, una voz sin rostro dijo que aquel regalo era un recuerdo para no olvidar, que la ternura puede florecer incluso en días grises, y los pequeños gestos tienen el poder de abrir ventanas hacia otros mundos.
*

*
Ese pétalo convertido en una ofrenda, respiraba con el cuchicheo del soplo que invadía todo el ambiente, dejaba estampada una promesa de regreso, de un puente entre lo tangible y lo intangible.
El espíritu guardián se había hecho presente, trayendo consigo una gran mensaje. Esto era solo el comienzo, un recordatorio de que la belleza surge incluso en las situaciones más desafiantes de la vida y de que ella debía buscar siempre asombrar e iluminar el alma en cada paso que diera.
MÉXICO
JUNIO 2025
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Una delicia de texto, prosa poética, precioso, Themis; nos haces ver que la belleza se encuentra en lo más insignificante, en esos detalles que a veces no se perciben porque no observamos lo suficiente. Gracias por mostrarnos que la poesía está en lo más simple, dándonos ese mensaje divino que nos consuela el alma. Mi abrazo fuerte y mi admiración. Felicitaciones. Feliz domingo.
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Hola Julie, la poesía se encuentra en todas partes, y lo insignificante trae consigo la verdad escondida, el mensaje misterioso, la conexión con otras esferas. Gracias por tus palabras tan bonitas, te mando un abrazo bien grandote y también para tí una feliz semana.
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Hola Themis, una entrada muy poética. A veces las cosas más pequeñitas son capaces de haceros reflexionar, recordar y darnos alegría. Lo que ya no se ve físicamente se hace presente de algún modo. Me encantó tu entrada. Abrazo fuerte.
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Hola , los pequeños detalles traen consigo grandes tesoros escondidos, que si somos capaces de detenernos y verlos nos regalan muchos bonitos encuentros y crea a veces esos puentes entre lo tangible y lo intangible o por lo menos nuestro adentro así lo ve y he ahí la maravilla. bien grande y gracias
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Hola Themis, pero que preciosidad. Seguro que lo guardaste. Las imágenes son preciosas, un regalo que no tiene precio y quizás un gran significado.
Un abrazo.
Dakota.
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Hola Dakota, gracias, claro que sí, fue muy bonito, abrazo grande
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¡Themis Themis! Esto ya no es bonito, es ¡Precioso! Te repito que estas tus últimas entradas me van a dar un eclipse de amor, tú disfrutando los detalles, incluso en época de pandemia. Cada signo, cada cosa que para otros llega a ser imperceptible. Me tienes no sabes cómo. Oye, ¡preciosas imágenes! Y esto que te ha ocurrido es un regalo que no tiene precio, gracias a que estás atenta a todo lo que el vivir te está poniendo enfrente y paladeas cada fragmento. ME felicito por leerte, a ti por escribirlo y te mando muchos abrazos. ☺️🌹☺️🌹☺️🌹☺️
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Hola Maty, gracias por esa forma de ver lo que escribo, y más gracia aún por leerlo y estar. Los detalles a veces es lo que sustenta cuando el todo a veces está muy convulsionado y te obnuvila y un detalle te despierta y te hace ver que la belleza aún está cerca, abrazo más que grande
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Hola, Themis, ¿lo guardarías? ¿Dentro de un libro, por ejemplo? Como dices, ese pétalo era un mensaje que te mandaban y si, encima, era tu flor preferida de pequeña, pues algo bueno anuncia. ¡Qué bonito detalle del cielo!
Un abrazo. 🙂
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Si, Merche, lo guardé, ahí quedó en una libreta, fue un bello detalle, y momento, pues la brisa estaba tan alborotada que dejaba entrar aire, cosa que aquí es cosa extraña, generalmente no corre aire. Eso sí, cuando lo hace se crean remolinos de tierra que traen consigo elementos que encuentran. Abrazo grande y gracias
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