MUSEO DE LA CANCILLERÍA, CIUDAD DE MÉXICO

ENTRE EXPOSICIONES

Estaba allí, camino al corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, emergiendo de un pasaje que parecía un laberinto urbano lleno de locura. La multitud, agobiada por el calor abrasador, se desplazaba como si tuviera vida propia, mientras una cortina de gases contaminantes se infiltraba en cada inhalación como un gel pegajoso que se metía en las fosas nasales. Todo era un escenario surrealista, como si hubiera salido de una caricatura japonesa, con un toque mexicano que le daba carácter y sazón, imposible de ignorar. La mezcla de caos, sonidos, colores y olores creaba un ambiente casi onírico, una visión del alma vibrante y embrollada de la gran ciudad.

Me había refugiado dentro de una Iglesia que tenía sus puertas abiertas, en busca de fresco, silencio, soledad, descanso,  cuando grande fue mi sorpresa al entrar en un templo sagrado pero del saber: era una biblioteca.

*

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Saliendo de ella, una torre larga y elevada me hizo un guiño, desde allá arriba en su mera punta donde parecía que un símbolo de un círculo con tres divisiones, quería darme un mensaje o ¿me hacía una invitación?, ¿estaba delirando acaso? … tenía que retroceder mis pasos para llegar a donde estaba, no lo dudé, por algo me llamaba….no vaya a ser que te pase lo del gato que por curiosito quedó planchado, uno de mis miedos que asomó me dijo, ese, el que advierte…. mientras otra parte dentro decía que nos fuéramos que ya estaba cansada que era solo un pararrayos y la luz del sol… esa que todo es lógica, que no sigue señales, ni consideraciones que no sean probables, medibles  y demostrables,… es el símbolo de la paz, decía otra aunque no se lograba a diferenciar bien, esa otra la que está todavía instalada en el «peace and love», todos esos personajes internos algo opinaban como si estuvieran en una asamblea para tomar una decisión, más allá que salió el ser del fondo, ese que generalmente observa deja que todo sea y se impuso y retrocedimos, pues muchas veces hay que hacerlo para poder avanzar….

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Una bella puerta de esas antiguas coronaba la entrada, detrás un jardín con un ser al fondo dando vueltas en un aro, me llamó lo que allí estaba, pregunté a una mujer policía que custodiaba si podía pasar, me dijo que sí, pero solo por los lugares autorizados, pero que primero me anotara en el libro de registros, también contestó a mi pregunta de si podía tomar fotos que eso me lo diría su compañero que estaba más adelante, quien me indicaría por donde seguir.

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Agradecí y así lo hice, sentí de inmediato el contacto con las plantas de donde emanaba un frescor que se apreciaba en todo el cuerpo, lo humedecía, me detuve un momento, el espacio regalaba sombra y aire libre, del encierro a la naturaleza enjardinada así fue el pasaje.

Se me acercó otro policía y me indicó que subiera la escalera ahí me encontraría con dos exposiciones, podía tomar fotos si así lo quería pero no pasar a los lugares cerrados, pues ahí estaban trabajando.

Una escultura de un ave en piedra, que no me miró porque estaba viendo para otro lado, aunque por un momento sentía que lo hacía de reojo… vaya delirio que te traes, deben ser todos los contaminantes… opinó alguien del adentro…algo ocasionó en mí, me hizo volverme más cuidadosa, como si me advirtiera que todo tenía que ser lento y en silencio, no perturbar la atmósfera de ese lugar, pues era un privilegio estar ahí.

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Todo hablaba, todo seguía en una caricatura, ahora más sofisticada, con otro tipo de actuación, era una locura organizada, contenida y en cierta forma petrificada.

Empecé a subir la escalera, el eco de mis pasos en ella se hacían notar, se mezclaba con el susurro de las paredes, mientras como el gato intentaba subir en puntillas con mucho sigilo pues todo estaba tan vacío, entraba a un área desconocida, no me acordaba muy bien del protocolo que estos lugares exigen, un espacio demasiado ceremonioso y solemne.

El silencio era sepulcral, pesaba en el aire, como si el tiempo hubiera quedado atrapado, cada paso resonaba con mayor intensidad en esa quietud, al terminar de subir la escalera y ver un pedacito de cielo, un gran suspiro salió y rápido me fui a asomar por esa baranda donde estaba el patio.

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Al darme la vuelta vi una de las salas, a lo lejos una obra expuesta que mostraba mucho colorido, en amarillos y naranjas, parecía fuego, la hoguera, ese instante en donde en el universo se abre la luz que todo lo quema, me asomé.

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Allí estaba una gran sala con mucho de ellos parecidos, sin embargo, del otro lado, ahí, en un rinconcito resguardado, una fotografía de una masa de hielo sobre el mar, con el cielo debajo, me atrajo de tal manera que me fui a verla, «el mundo del revés».

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Miraba todo lo que ahí estaba, como aquel que lo hace sin entender mucho, ya que todo lo escrito, eran palabras muy difíciles para mentes simples y ni se digan los pensamientos, otra dimensión del paisaje mental, ¿más entreveradas, más complicadas?.

*

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Seguí dando la vuelta, hasta llegar a «La Chingada», era un poco más clara, «La Chingada», unida a la «Chingadera», era a lo que nos llevaría si seguíamos en la misma.

*

*

Sin lugar a dudas eso quedaba claro en esta exposición: «Presencia y Territorio: Derecho al paisaje» presentada por Amanda Bueno, Alan Maqueda, Coraima Mena, Hugo Alejandro Vega.

Salí, caminé hasta la otra sala, donde grande fue mi sorpresa, cuando al asomarme por la puerta como gato dubitativo, una vaca  apareció, me quedó mirando, me miraba, no me sacaba sus grandes ojos de encima, ahí estaba.

Eso sí, me encontré más cerca de mi jungla mental, con todos esos personajes que se exponían impresos en papel, llegué a la verdadera caricatura, donde todos ellos se mostraban dispuestos a salir de la rigidez que los contenía, para lanzarse a recorrer la imaginación sin límites, saltando de un mundo a otro, desdibujando fronteras y creando nuevas realidades en un espacio donde lo imposible se convertía en posible, y cada historia cobraba vida en un universo propio lleno de sorpresas y aventuras infinitas.

*

*

Sin dudarlo, lista a vivir esa invitación que allí me hacían, entré, era KASUMASA NAGAI, diseñador gráfico y cartelista japonés. que de la abstracción fue pasando a un lenguaje más sencillo, más conciliatorio a todas las edades, desde niños hasta mentes más desarrolladas, desde el pueblo a los grandes doctos y así entré en este mundo de los dibujos de animales y plantas hechos a mano.

CONTINUARÁ…

MÉXICO

ABRIL 2025

***

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8 comentarios en “MUSEO DE LA CANCILLERÍA, CIUDAD DE MÉXICO

  1. ¡Hola Themis!

    Vaya que aprovechas hasta más no poder cada visita a esta caótica ciudad. Ahora que hablaste de lo que inhalan tus fosas nasales casi lo sentí, me doy cuenta de todo lo que respiramos y que alguna vez nos llega a pasar factura. Como decía Cristina, Aquí nos tocó Vivir. Estupendo lugar has visitado y narrado como es tu costumbre, con detalles precisos y sin omisiones. Espero la siguiente parte! Un abrazo 🤗🫂

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    1. Así es Maty, suelo aprovecharla a ver que me encuentro por los lugares a donde tengo que ir, para mí también son sorpresas lindas. Sí otra bellísima exposición ahí mismo. Gracias un gusto que andes por aquí, abrazo ultra grande

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    1. Hola Ana, yo tampoco si no fuera porque estaba huyendo del caos urbano y me metí a la Iglesia para estar un poco en silencio y descubrí la biblioteca que hay en ella y al salir, fue cuando vi la torre y me llamó y me metí y descubrí exposiciones y un lugar bonito, eso sí, me gustó más la proxima que mostraré. Gracias es un placer que paseen conmigo, abrazo grande

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  2. Gracias, Themis, por traernos tu experiencia en un lugar tan tan excepcional como el que nos compartes. Lo he vivido en algunos museos de la gran ciudad que es México. Me recordaste El Museo San Carlos, me encargaron investigar un cuadro
    fui en la mañana y pasé todo el día, incluso en el estudio escuela de los pintores. México es una gozada a este respecto de descubrir lugares únicos. Gracias por compartir.

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    1. Hola Julie, así es, en México gozas muchos todos los lugares que existen para encontrarte con el arte, con espacios únicos. Te los encuentras en el camino, como me pasó con este, tanto con la biblioteca en la iglesia, como este museo, en el cual vi otra exposición que me encantó, la disfruté mucho, que será la próxima entrega.
      San Carlos sigue siendo un lugar único, con su atmósfera especial que albergó a tantos grandes del arte mexicano.
      Abrazo bien grandote y feliz semana

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  3. Hola, Themis, estoy contigo, esa escultura del pájaro parece que mira de reojo… Excelente quietud la del lugar. Hace poco estuve en un sitio parecido, con claustros así imponentes y patios con jardines. Los vigilantes nos empujaron amablemente a la salida pues cerraban pronto y, palabras textuales, «será mejor no toparnos con los fantasmas». Estos lugares están llenos de misterios.

    Un abrazo. 🤗

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    1. Hola Merche, si son lugares muy misteriosos y más cuando estás totalmente sola en ellos, pues como quien dijera los mortales estaban en el piso de abajo en el de arriba parecía que nadie lo ocupaba.
      Si, por momentos parecía que iba a salir un fantasma. Abrazo grande y gracias por tu anécdota

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