JUEGO CON PALABRAS
Había ido a la ciudad, en esos días que se sale temprano para poder sobrellevar con más facilidad el regreso, ya que cruzar el desierto cuando el Hermano Sol está radiante y se muestra muy entusiasta haciendo alarde de su amor ardiente de cómo puede subirlo y subirlo en intensidad, está difícil para los mortales, más en esta época que es raro que caiga alguna gota, aunque de repente puede darse y es un gran entretenimiento ponerse a contarlas, como si fueran estrellas regadas en el firmamento.
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Los pobres viejitos, los cactus columnares, de nuevo empezaron a doblarse y su cabecita se volvió blanca, algunos de ellos al encorvarse, se recuestan en alguno de los que tienen cerca, empezaron a adelgazar, no se puede decir que se le ven las costillas pero si han perdido aquella obesidad con que la temporada de lluvia anterior los había dejado, eso sí, aun no están grises, tampoco verdes, se puede decir que guardan alguna reserva de agua que si se viene una sequía muchos la sobrellevarán, ya que son expertos en administrarla.
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Los humanos tendríamos que empezar a aprender de ellos, pues en un tiempo más va a estar difícil conseguir ese vital líquido, que ahora sin importar nada lo desperdiciamos hasta decir basta, sin importarnos, claro es fácil escuchar decir, «yo ahorro agua, no la consumo sin pensar, cierro el grifo cuando me enjabono y lo vuelvo a abrir cuando me voy a enjuagar…claro que es algo, por lo menos tiene conciencia que hay problemas con ello. Reciclar, reutilizar, eso ya es otro cantar.
Lo que más me hizo reír una vez fue de alguien que me dijo, yo ahorro agua cuando lavo la ropa, y ¿cómo le haces?, no la lavo en la casa, la mando a la lavandería. Me pareció chiste, pensé que era alguien que había encontrado una forma milagrosa de limpiarla sin agua, lo peor de todo es que lo decía en serio, no se había dado cuenta que en la lavandería tenían que usar el vital líquido para hacerlo.
Estaba como esos países que compran los bonos del gas invernadero a otros más pobres y necesitados, para poder seguir en los de ellos haciendo lo que quieren, convencidos de que están apoyando la causa del clima y ayudando en la necesidad.
Había subido al camioncito, casi vacío en el que iba, una señora con una niña pequeña, la cual se sentó en la ventanilla delante de donde iba y muy compenetrada miraba para afuera, como si sus ojos fueran absorbiendo cada detalle que frente a ellos se presentaban.
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Pasó un buen rato sumida en la contemplación, donde se le veía su carita extasiada.
Para luego soltarse y hablar y hablar, más allá que no le entendía la mayor parte de lo que decía, sin embargo en algunos momentos de la conversación su voz se hizo nítida.
-Mira esa casa, ¿de quién es?
-No sé
-No es del abuelo
-No
-Tampoco es de mi mamá
-No
-¿Es tuya?
– No
– Tampoco es mía, ¿de quién es?
Y, así seguía en un juego con las palabras, sin importarle mucho la contestación que recibía, sino ese despliegue que hacía de frases, descubriendo el poder de la expresión y de cómo podía hilvanar una conversación.
Al rato se volvió a imbuir en el recogimiento, donde se la veía ida en ese paisaje que la tenía atrapada y la transportada a su mundo interno, para tras unos momentos, romper el mutismo y volver a hacer gala de su lenguaje.
*

*
-Anoche no pude dormir
-¿Por?
-Porque chillaba y chillaba
– ¿Por qué chillabas?
– Porque no podía dormir
-Pero, cuál era el motivo por el que no dormías, ¿te pasaba algo?
-Chillaba
– ¿Qué te pasaba para chillar?
– No dormía.
-…..
-No dormía porque chillaba y chillaba porque no dormía, era eso lo que me pasaba.
Y su mirada se perdió de nuevo en el paisaje y se fue en él.
MÉXICO
MARZO 2025
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Dos instantes mágicos la mirada de una niña para la cual el mundo se reestreno cada día y el agua otro extraño planeta, fresco y húmedo. Maravilloso. Un abrazo.
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Hola Carlos que gusto saber de tí, si, así fueron, como bien dices instantes mágicos, y esos ojos de la niña que hablaban sin palabras. Abrazo muy grande y gracias
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