LA ENTRADA TRIUNFAL

Ya todo estaba listo, la procesión daba comienzo precedida por un grupo de niñas vestidas de blanco, con su canastito en la mano lleno de pétalos de rosas,  los iban dejando caer como si con ellos emularan lo que cuenta la historia que cuando Jesús entró a Jerusalén en un burro las personas ponían sus mantos y grandes hojas para que el pasara mientras lanzaban a los aires bendiciones a ese ser tan especial que venía en nombre del Señor.

Mostraban en ese acto el respeto, honor y alegría por su llegada, la devoción que sentían y las flores en sí mismas simbolizan la belleza y la vida.

Iba camino a ofrendar su cuerpo para salvar al ser humano y darle una nueva posibilidad de vida espiritual que lo abriría a una nueva era, llena de plenitud, amor, fe, donde el «ojo por ojo» se volvería «ama a tu prójimo como a ti mismo» y como ello muchos pensamientos anquilosados irían encontrando una nueva posibilidad de crecimiento, de transformación.

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Abrían el camino, nada mejor que la inocencia y las almas limpias de las pequeñas fueran las que precedieran este momento sublime que se iría transformando y del gran gozo se tornaría en recogimiento y congoja, para luego despertar en ese gran regocijo, pues ÉL resucita luego de pasar por esa Pasión que lo llevó a entregar su vida de hombre, alcanzar la Muerte en la Cruz, luego la Resurrección para Ascender. Ese todo inseparable que se presenta como el corazón de la salvación.

El Misterio Pascual había dado inicio y el pueblo se había congregado para seguir sus pasos, todo se abría a una atmósfera que quedaría impregnada en sus calles y lo acompañaría durante toda la semana, era la Entrada Triunfal.

Salimos del Calvario, la calle, la banda sonaba y las voces que los acompañaban con los cantos que nacían, mientras niños, mujeres y hombres de todas las edades, vestido con ropas sencilla pero llenas de una devoción inimaginable, caminaban con la fe y llevaban en sus manos la palma para que a la llegada a la Iglesia ella fuera bendecida y llevaría al hogar ese punto de vibración con ese momento tan sublime.

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Todo había comenzado hace muchísimo tiempo, con una historia muy antigua sobre un ser con mucha bondad que había llegado a la Tierra, su nombre Jesús. Hacía cosas maravillosas, ayudaba a las personas, las sanaba, les enseñaba a ser generosos, amables, a amarse, a que siguieran el camino para lograr un corazón pleno, radiante y que se abrieran al verdadero sentidos de estar en esta vida.

Sin embargo lo que él hablaba, enseñaba y hacía, no convenía a los poderosos de ese tiempo, con mucho miedo a perder su poder y eso iba en contra de sus intereses. Lo condenaron a morir en la cruz, después de ello cuando él había entregado su espíritu a su Padre Celestial, fue puesto en una tumba, en una cama de piedra.

La tristeza se apoderó de sus amigos y todos aquellos que lo seguían y más allá que él había prometido que no los abandonaría y que regresaría todos estaban muy acongojados y con mucho miedo por lo que podría sobrevenir.

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Sin embargo, en este preciso momento es cuando empieza el gran misterio, al tercer día, sucedió algo totalmente inesperado, cuando las mujeres que lo seguían fueron a su tumba se dieron cuenta que la piedra que la cerraba estaba abierta y que la cama estaba vacía.

Gran sorpresa se llevaron y no entendían que era lo que había sucedido hasta que un ángel les dijo que Jesús había regresado, había vuelto a la vida y que el temor tendría que desaparecer.

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Era un milagro y es el que conforma ese Misterio Pascual que cada Semana Santa se conmemora para restablecer la fe, y todos poder renacer.

Las calles estaban adornadas con flores de colores, el aroma a incienso llenaba el aire, lo perfumaba, las plegarias resonaban, para acompañarlo a esa humilde entrada.

El Hermano Sol no queriendo quedar fuera de tan sagrado instante se levantaba  e iba iluminando a esa congregación que pasaba llevando en andas a su Rey, que había venido a dar testimonio, «Rey de Reyes» y «Señor de Señores».

Así con un paso ceremonioso y reverente lleno de júbilo y esplendor con sus palmas en las manos fueron entrando por ese camino de los apósteles en el atrio abierto de la Iglesia.

Las niñas iban dejando caer los pétalos con mucha delicadeza y esmero, no les había cansado el trayecto seguían tan atentas y compenetradas como en el inicio, llenas de un espíritu muy especial que las hacía dar unos pasos que parecían que volaran, así fueron precediendo la entrada de él al atrio abierto de la Iglesia.

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Detrás seguían los demás integrantes que rememoraban este evento.

Pasaban los grupos uno detrás del otro.

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Los discípulos cargando en andas a Jesús

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Los otros con sus palmas en la mano.

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Para luego pasar a la bendición de las palmas de toda esa concurrencia que con alegría lo recibía.

De un lado una hermana que con gran dulzura y amor iba dejando caer esa agua bendecida sobre esas ramas.

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Del otro el sacerdote hacía lo mismo.

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Para pasar luego a la ceremonia de la misa, donde las luces comenzaron a jugar en el ambiente, dando un sentir de un momento celestial, que cubría a todos los presentes, hacía que los colores brillaran, los pájaros cantaban con más fuerza, mientras el incienso aromatizaba y su humo iba creando escenas de gran misterio.

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La suceso evocaba un sentimiento de unión, esperanza, fe, marcaba el inicio de una Semana Santa llena de reflexión, recogimiento y al final celebración.

Esta Entrada Triunfal no solamente era un acto de devoción, sino el recordarnos la humildad y el amor que Jesús dejó como gran enseñanza, para ser seguida. Como él decía:

«Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.»

MÉXICO

ABRIL 2025

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DOMINGO DE RAMOS, MÉXICO

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