CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LAS VISITAS INESPERADAS

CUANDO LO NUEVO SE PRESENTA

Había salido a darle algunos granos de arroz, a ese gorrioncito que me gusta la relación que estamos teniendo, pues es muy parecida a la que logré con Coquita.

La mayor parte de los pobladores alados, está acostumbrados a llegar en la mañana temprano a buscar su ración, saben que apenas me levanto la disperso por todo el patio para que tengan espacio y no se peleen y cada quien pueda comer un poco y luego en la tarde hago lo mismo. Cada día llegan más gorriones y tórtolas.

Coquita, mi consentida tiene su lugar especial, cuando todos ya se fueron, ella llega y busca llamar a mi atención, ya sea que entre a la casa o si me ve fuera  empieza con su bailongueo, que se me hace tan gracioso que siempre me regala con él grandes sonrisas. Así, que a ella le doy su alpiste para que lo disfrute solita, sin nadie que la perturbe, a veces está también su amigo, otro gorrioncito con el cual no tiene problemas de compartirlo, por el contrario son muy dulces verlos juntos, pues esta amistad viene desde hace años, desde el inicio de la apertura de este comedor que la pandemia trajo.

Muchas veces si no doy señales ahí se quedan los dos esperándome subidos a las varillas, mientras descansan de su no ajetreo, como dijeran por algunos rumbos, «de la fatiga del reposo».

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O si me ven sentada en los escalones, ya llega Coquita a pedir su ración y él se queda un poquito atrás, pues no es tan confianzudo como ella, que ya se ha ganado el derecho de piso y todas esas atenciones que se le prodiga.

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Sin embargo, hay otro comensal, ese que llega y espera a que lo vea y a veces baja y comienza a dar grandes brincos para que note que ahí está.

Se me hacen muy especiales, se salen de lo que es la gran troupe y tienen su manera personal de comunicación, de darse cuenta que en la bola no siempre consiguen lo mejor. Son seres más calmos, que no les gusta andar con pleitos, sino que tienen paciencia e inteligencia como para salirse de la masa y lograr su cometido después que todos los otros se van, esos que solo llegan, arrasan y levantan vuelo.

-¿Quieres arroz?- le pregunto y él se para y me mira y espera a que entre y se lo lleve.

Ahora se ha acostumbrado a venir más o menos a la misma hora y se mete dentro de las enredaderas que cuelgan y ahí aguarda a que me aparezca.

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Había salido a darle de comer y la sorpresa me aguardaba para hacerme abrir grandes los ojos y sacar una exclamación frente a ese hecho tan inesperado que la vida me tenía reservado.

A qué no adivinan, ¿con quién me encuentro?, con alguien que siempre me da gran alegría verla, ¡la ardilla!.

Ahí estaba come y come del chayote, prendida a sus puntas, que son una delicia, no sé si crudas pero sofritas con cebolla, ajo y perejil o cilantro o bueno con lo que se cuente,  ni se diga, toda una especialidad o en una deliciosa sopa y aportan un buen de vitaminas y de hierro, calcio, potasio y quien sabe cuántas cosas más,  suele ser comida de pobre, pues el que tiene prefiere más las espinacas o las acelgas, pero cuando se está lejos de la civilización o de los mercados o se tiene poco dinero, llega a ser un manjar que cambia la rutina en los alimentos.

*

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Un solo chayote con buen espacio para que crezca, puesto en la tierra, no solo regala su fruto sino también sus puntas y sus hojas tiernas, pues él se expande sin detenimiento.

Ahí estaba ella, muy oronda comiéndoselas, con sus mejillas hinchadas de tanto que guardaba, me quedó mirando por unos momentos, me fui para atrás para no espantarla y se hizo la que no me vio y siguió, mastique y mastique la punta, hasta que al final se fue.

*

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Con seguridad que regresará al rato, cuando le vuelva el hambre.

Me vino el recuerdo de cuando vivía en el ranchito y las mataban pues se comían los chayotes y lo peor sus puntas e impedían que crecieran, más allá que no sabían que hacer con tantos que cosechaban, además como todo el mundo lo hacía no había ni a quién regalar o venderlos.

Esas cosas extrañas que tiene el ser humano, ese preferir erradicar a compartir, más vale una limpieza y matarlos a todos, como ya estaban haciendo con ellas, que el aceptar que ellas llegaron antes y que ahí estaban cuando nosotros nos asentamos, pero bueno, que se les puede pedir si el poder, el pretenderse superiores, dueños absolutos de las verdades y el detentar la fuerza de las armas les es creerse con el derecho a matar, aunque luego en sus mandamientos lo condenen. Hipocresía, que todos en mayor o menor medida amparamos, como quien dijera por acción u omisión.

De nuevo regresó la imagen de la Hermana Ardilla, aquella que me visitaba y hacia toda una serie de malabares y se ponía a presumir su hermosa cola.

Las dulces compañías de los momentos solos y aislados.

También en estos días llegó una mariposa de las naranjas, de esas que revolotean para un lado y para otro, atraídas por las rosas que habían abierto casi se puede decir todas juntas, pues la planta estaba contenta, la atención que recibía, las chuleadas habían hecho que despertara.

De repente, fue volando y se paró en la mano y ahí se quedó quieta, quietecita como si se sintiera amparada, desplegó sus alas, hermosa, hermosísima.

*

*

Luego, la depositaron junto a las rosas y ahí permaneció otro buen rato, abriendo y cerrando sus alas, como si la abanicara, mostraba su otro lado, con sus pintas blancas.

*

*

Los «viene viene» siguen con sus coros en las mañanas, esos alados que parece que se dedicaran a dirigir el tránsito aéreo y que dicen en su canturreo las mismas palabras que aquí en México sueltan los cuidacoches para ayudarnos a estacionar.

A ellos se les ha sumado otra coral que son unos recién llegados, por los menos por estos lares que entonan un «qué bien, qué bien», así que ahora se escucha en cuanto amanece, ese duelo de voces de los «que alaban al Señor» con ese decir:

«Viene viene», «qué bien, qué bien», «Viene viene»….. y las campanas que despiertan al pueblo con su, «Tan, tan, tan…..».

MÉXICO

NOVIEMBRE 2023

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16 comentarios en “CRÓNICAS DESDE EL PATIO: LAS VISITAS INESPERADAS

    1. Sí, un gorrioncito y Coquita fueron los primeros en llegar, antes comía a mi lado mientras cocinaba y siempre me rondaba, hasta que empezaron a llegar más y ahí la pelearon mucho pues ella era quien mandaba y los corría. Por eso ella tiene sus momentos en donde solo a ella le doy de comer, más cuando perdió a su pareja y quedó solita. Gracias Nuria, abrazo

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  1. Todo un rincón onomatopéyico…. Qué hermosura! Pero te comprendo, Themis, yo no tengo ardillas, sólo gorriones y una o dos tórtolas que vienen siempre a la misma hora y también disfruto su visita, primero les doy de comer a los gatos callejaros e inmediatamente les hecho migas de pan y arroz a los pájaros. Tengo que estar pendiente porque los gatos no soportan que dedique mi atención a las aves. Así que todos comen a la vez para que no existan los problemas… Es un placer observarlos y prestarles atención. Por ello, te entiendo perfectamente. Gracias por compartir estas experiencias. Mi abrazo fuerte.

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    1. Sí, Julie, tu lo conoces bien todo este numerito, pues eres parte de otro mundo similar con sus connotaciones propias, verlos, participar con ellos, que se acerquen que se alejen, todos esos juegos y pleitos que tienen,,,,Gracias a tí por leerlas y por dejarme tus experiencias también plasmadas, abrazo grande

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  2. ¡Hola, Themis! Jolines, lo de los pájaros ya es una bendición, pero que llegue la mariposa y se pose en la mano, eso ya es otro nivel de bendición, una maravilla. Tienes algo para los animales alados. ¡Enhorabuena! Disfrútalos.

    Un abrazo. 🙂

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    1. Gracias Merche, sin lugar a dudas es una gran bendición, sobre todo que los animalitos se acerquen, y ronden por donde uno anda, es participar en una vida más amplia con compañeros de todo tipo y especie. Los disfruto mucho y es algo que agradezco

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