LÍQUENES Y RESILIENCIA

CUANDO LA HUMEDAD LLEGA Y LOS DESPIERTA

Corría el mes de julio y junto con él las lluvias que si bien no eran abundantes en cuanto a que regarán el territorio gran parte de sus días, cuando lo hacían se desataban de tal forma que no tenían miramiento con nada, el agua corría por las calles en muchos momentos trayendo piedras y la arena pedregosa desde los cerros.

Eso sí, el aire estaba húmedo, algo extraño en esta zona que suele ser árida y difícil percibir esas gotas de vapor de agua que se encuentran en la atmósfera, habiendo vivido en lugares donde era de todos los días el tener que sentirlas, ahora regresar a ello se me hacía algo insólito, teniendo en cuenta a este clima semidesértico donde el agua no sobra, dejarla prendida en el aire…

Esas altas temperaturas que si bien rostizan, el sentirlas cuando la humedad las acompañan traen con ellas, una suerte de letargo y falta de energía, que no hay nada con lo cual levantarse y menos aún, refrescarse, pues a la piel húmeda se le une el espacio vital también mojado, es ese bochorno que pega y que lo deja a uno como quien dice «tirado».

Así andaba buscando algo que me trajera a la vida. Cuando llegó la tardecita, en ese instante en que el Hermano Dorado se va a dormir por un ratito nada más y a despertar en otro lado, tomé el rumbo a mi platea, donde gracias a los cielos, ahí, cuando llega la sombra generalmente hay un mínimo de fresco o por lo menos al estar en las alturas rodeado de vegetación la temperatura es más baja.

Iba caminando por las calles desértica, un grupo de perros todos con la lengua fuera venía persiguiendo a una perra que estaba en esos días fecundos y lanzando esas feromonas olfativas que atraen a todos los machos que quieren que su descendencia siga y están dispuestos a luchar con los otros canes y hasta andar marchando en este clima extremo.

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Al llegar después de subir la cuesta, de detenerme unos momentos a tomar aire y agua, me recibieron unos tenis colgados en los cables, me hicieron interrumpir el camino, en México, se dice que suelen colgarlos cuando alguien ha muerto, de ahí que hay una frase que dice: «colgar los tenis». Más allá eran los primeros que veía en el pueblo.

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Me acerqué a la platea a sus pies, ahí estaba el poblado, el sol ya alardeaba con irse, las nubes que traían esa humedad se esparcían por el cielo y el fresco que me había llevado hasta esa cima a buscarlo, no aparecía.

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Di la vuelta y me encontré con esos cactus que resplandecían en un verde intenso, estaban contentos sin lugar a dudas, bañados, como si hubieran ido al salón de belleza en busca de un nuevo look y todos orondos se orgullecían de su cambio.

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De repente en esa vuelta para llegar al otro lado, gran fue mi sorpresa al encontrarme con unos líquenes que en la pared de la roca dejaban varios dibujos modelados con todos esos minipedacitos con los cuales están conformados.

Habían despertado de su letargo, la lluvia traía con ella la situación ideal para que resurgieran y regalaran su aspecto verdadero, lleno de texturas, colores, formas que dejan a la imaginación volar como si fueran un punteado de la naturaleza. Así sacan para afuera ese misterio que encierra estos seres complejos y que si nos acercamos muestran una gran belleza.

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Cuentan por ahí que esos organismos, pues según dicen los que saben no se pueden llamar plantas pues ellos viven en una simbiosis perfecta con un hongo, con cianobacterias y parece que también con una levadura, todos juntos logran resistir a cualquier situación que se le presente, de ahí que pueden habitar desde el desierto, hasta el ártico. Muchos de ellos así como los ves tienen más de 8000 años.

No son una mancha. No son musgo. Son ellos mismos, que nos indican que tan limpio está el aire y el agua en ese lugar, pues huyen de los contaminantes químicos que usa el ser humano, su peor enemigo, que no lo deja cumplir con su misión en la tierra conservar los bosques y el medioambiente en los cuales se encuentran.

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Huyen de la lluvia ácida, no pueden con ella más allá de esa capacidad que tienen de resiliencia, en que el humano tendría que aprender de él para una adaptación más beneficiosa  y el brincar los obstáculos que la vida le presenta o que el mismo crea.

Ellos entran en el letargo, esa capacidad de quedarse inmóviles, sin actividad, durmiendo con los ojos abiertos hacia adentro, en esa espera de que las condiciones se vuelvan las óptimas para despertar y entrar en la actividad, al revés de lo que hacemos, darnos contra la pared y querer atravesarla a la fuerza, en ese gesto tan humano de, «porque así lo quiero».

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Aprendizaje para vivir en condiciones difíciles y una vida muy larga, para lo que ellos son los grandes maestros.

Me quedé mirándolos, dejándome encantar por las formas que se aparecían, esa actividad tan infantil que lograba mi inmovilidad y hundirme en ese mundo de fantasía como cuando era niña, que me extasiaba con su presencia.

Esa contemplación meditativa, que aquietaba al mundo, el externo y el interno,   llevando a dar vueltas por el Universo.

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En un instante sentada en ese resguardo que formaban las rocas, donde otro micro clima se lograba, mi cuerpo comenzó a equilibrarse a sentir que la vida volvía a él de una forma tan esplendorosa que vibraba y despertaba.

Era hora de dar la vuelta, de levantarse, de mirar al alrededor y proseguir el camino, de elevar los ojos a ese cielo que mostraba al astro rey que se ocultaba en el horizonte de montañas, coronado de todas esas nubes blancas que en su color reflejaban su luz que se desvanecía.

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Caminando lentamente, saboreando el momento, paso a paso emprendí el retorno bajando la cuesta.

MÉXICO

JULIO 2023

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14 comentarios en “LÍQUENES Y RESILIENCIA

    1. Así es Amaia, es un mundo muy particular y los encuentras en todas partes, se adaptan a cualquier tipo de clima y cuando se les dificultan se aletargan, a parte son maravillosos verlos desde bien cerca. Gracias, te mando un abrazo

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  1. Hola, Themis. Una maravilla que nos la haces vivir como si estuviéramos en esa platea contigo, sintiendo el placer de la naturaleza que nos rodea. Me ha encantado lo de los líquenes en la pared de la roca. Las imágenes nos los muestran muy bien.
    Abrazo gigante!

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    1. Gracias María Pilar, es un lugarcito muy hermoso, en cierta forma aislado más allá que se encuentra en el pueblo mismo, de ahí se ven unos atardeceres hermosos y es por donde sale la luna. Cuando hace calor siempre hay brisa y es un remanso para el cuerpo y el espíritu. Ese día me maravilló encontrarme con líquines, pues no es fácll verlos cuando están verdes. Abrazo grande y que grato que estés conmigo en esa platea, obsequio de la naturaleza.

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