LA LLEGADA

Estábamos entrando en Cuetlaxcoapan, » Donde las serpientes cambian de piel», nombre náhuatl con  que se conocía en la época prehispánica a esa región, tal vez, al ser un valle con muchas piedras era propicio para que llegaran a mudar su piel esos reptiles y de ahí nace el nombre.

Para los antiguos indígenas, las serpientes no eran negativas como para el catolicismo, sino en la mayor parte de los pueblos la veneraban pues eran la imagen del dios Quetzalcóatl, el Creador del Mundo en contacto con la tierra sagrada, pues ese sitio era especialmente fértil.

Generalmente eran asociadas al poder y a la inteligencia, adoradas en el México Antiguo como fuente de fertilidad y renovación, de ahí que era un lugar propicio para la creación y sobre todo para la renovación espiritual.

Puebla se convirtió en la segunda ciudad más importante del México colonial y en la actualidad fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, Puebla de los Ángeles o Angelópolis como cariñosamente se le reconoce por estas anécdotas que se narran.

Cuenta la leyenda que en la noche del 28 de septiembre de 1530 el Obispo de Tlaxcala, Julián Garcés, tuvo un sueño donde era guiado por un grupo de ángeles hacia un lugar donde había mucha vegetación y docenas de manantiales. Los ángeles comenzaron a marcar límites dentro del espacio, con una gran perfección, calles rectas y más anchas de lo normal, ubicada de tal forma que el viento que proviene de La Malinche, un volcán que se encuentra en las cercanías, no perturbara a los futuros habitantes, así plasmaron la estructura de la ciudad.

Al despertar en la mañana, conmovido por el sueño fue a contárselos a los monjes franciscanos quienes lo llevaron a un lugar a unos 25 kilómetros y ahí, se abrió frente a sus ojos el espacio que le habían mostrado y años más tarde se fundó la ciudad de Puebla.

Por ello, lleva ese nombre ya que fueron los mismos ángeles quienes trazaron la ciudad y eligieron el terreno.

También, cuenta otra leyenda que fue por un problema que surgió cuando terminaron la  construcción de la catedral que se encuentra en el corazón de esta bellísima urbe, resulta que tenían que subir una campana que pesaba 8 mil kilos a la torre, que en ese momento era de las más altas de América Latina, no se les ocurría cómo hacerlo.

Sin embargo, una mañana amanecieron con el repiquetear alegre de la campana.

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Todos se preguntaban: » ¿Quién la subió y cómo? «

Era un milagro que sin lugar a dudas los ángeles habían realizado, bajando desde el cielo a colocarla en el lugar donde hasta el día de hoy se encuentra.

De ahí que su atrio esté rodeado de 58 ángeles que la custodian.

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FOTO TOMADA DE INTERNET

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También se la reconoce como la Heroica Puebla de Zaragoza y este es otro de los títulos que lleva, y no solo por una acción memorable que haya tenido como escenario, sino cuatro.

Años pasaron, desde su fundación, había llegado el 1862 la Colonia ya había pasado aunque aún varios se disputaban los territorios de ese incipiente México, entre ellos se encontraban los franceses, junto con los españoles y los ingleses que le reclamaban a Benito Juárez, primer presidente y único de origen indígena que gobernó este país, que pagara la deuda que tenía con ellos, cosa que no podía hacer en ese momento.

Con los ingleses y los españoles se pudo llegar a un acuerdo, sin embargo, los franceses exigían el total del dinero adeudado, como no ocurrió decidieron invadir.

A las 9 de la mañana de aquel 5 de mayo, en las cercanías de la Ciudad de Puebla con el disparo de un cañón mexicano dio inicio una de las jornadas más gloriosas que registra la historia de la nación.

El mejor ejército del mundo, el francés, fue derrotado por los primeros hijos de México, al mando del General Ignacio Zaragoza.

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ÓLEO DE Patricio Ramos Ortega, Batalla de Puebla

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Los franceses regresarían al siguiente año, 1863, sitiando la ciudad donde se libró una segunda batalla en la que prácticamente la destruyeron, duró 62 días y lograrían avanzar hasta la Ciudad de México, lo que permitió establecer el Segundo Imperio Mexicano.

Por estas defensas que hicieron fue que se les otorgó el título de Heroica por primera y segunda vez, la tercera, por la batalla en el 1867 en contra del Segundo Imperio Mexicano, cuando se recuperó la ciudad de Puebla en manos de ellos y la cuarta por considerársela la cuna de la Revolución Mexicana.

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Como todos los accesos a las grandes urbes y a las que no son tantos, suelen ser muy grotescos, antiestéticos, con un movimiento descomunal y muestran muchas veces a los barrios marginados, esa población que fue siendo desplazada por la parte económica, los pasos a desnivel suelen estar presentes cortando la visión.

Puebla no deja de ser en una parte algo similar, sin embargo, se pueden ver los pequeños detalles que marcan lo que será cuando se llegue a su corazón, las iglesias que vienen desde la época colonial y que abundan, los azulejos de talavera, ese encanto que tiene que apareció en el siglo XVI con la llegada de alfareros españoles que se instalaron en ella recién fundada y a partir de ahí se reconocen en México como una parte de él.

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Llegamos a la Terminal, grande, muy grande fui siguiendo a los pasajeros para encontrar la salida, más allá que en un momento me sentí perdida entre personas, locales, movimiento, y nada mejor que preguntar.

Así con la buena guía de los consultados, que me indicaban con lujo de detalles lo que tenía que hacer, salí a la calle, para adentrarme a ese vértigo de movimiento, sonidos, aromas, que llevaba mucho tiempo sin sentirme inmersa en él, respirando un aire que era mucho más denso que sentía cuando entraba por las fosas nasales por su espesura, sin lugar a dudas la contaminación estaba presente en ella y de forma alarmante o por lo menos en donde habito aún contamos con el lujo de un aire límpido.

Me detuve un momento a adaptarme a ese cambio de frecuencia, para que mi cuerpo y sobre todo mi cerebro no sufrieran ningún percance sino que se fueran con paso tranquilo acostumbrando a ese ritmo galopante y a esa calidad de respiración con menos oxígeno.

Tenía que encontrar la entrada para el Metrobús el cual me dejaría en las cercanías de la Oficina a la cual me dirigía, ya me habían indicado qué era lo que tenía que hacer, acercarme a alguien y pedirle que con su tarjeta me sacara un boleto y con eso pudiera tener acceso.

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Me fue sorprendiendo la amabilidad que encontraba en todas las personas que me acercaba, la gentileza en darme las indicaciones, la paciencia con la que me explicaban, he de decir que todos eran jóvenes y hubiera podido ser su «abuelita», sin problemas.

Un gran pasillo me aguardaba debía entrar a él para llegar al lugar de salida, una joven estaba poniendo crédito y me hizo el favor de depositar mi pago en su tarjeta, también aproveché para preguntarle el nombre de la estación en donde debía bajarme y desde ese instante se hizo cargo de mi persona, me tomó como quien dice de su mano, me dijo que no me alejara de ella, que me daría todas las indicaciones.

Llegó ese largo autobús que va circulando por ese carril especial, hizo que me sentara a su lado, me tranquilizó diciendo que confiara en ella. Después de unos 20 minutos de andar y de irse llenando el pasillo con pasajeros, me avisó que la próxima sería mi bajada, hice ademán de levantarme y me sujetó.

-Todavía no, quédese sentada, yo le avisaré cuándo levantarse, para que no corra peligro en caerse.

Así fue, así llegamos, bajé y otro mundo se desplegaba frente a mis ojos….

CONTINUARÁ….

MÉXICO

Agradezco fotos tomadas de internet

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