PUESTAS DE SOL: HOLBOX, MÉXICO

ENTRE EL CARIBE Y EL GOLFO DE MÉXICO

A partir de unos comentarios que recibí en una entrada donde hablaba de las nubes, los atardeceres, sobre el elevar la mirada al cielo, varias personas  me escribieron diciendo que recién lo habían tenido en cuenta cuando leyeron lo escrito, me llevó a recordar lo importante que para mí fueron desde muy pequeña las puestas de sol, lo que me llevó a escribir y a través de ellas ir rememorando viejas experiencias.

Hice una entrada sobre la ceremonia de aplausos con la que los uruguayos homenajean al Sol en su retirada y de ahí recordé que en otro lugar, me sorprendió un ritual que tenían parte de los pobladores, muy simple y muy sencillo, bajaban a la playa todos los días a la hora que el Hermano Sol se iba, ya fuera con una cerveza en la mano o se sentaban en la puerta de sus casas si desde ellas se miraba a beberla, fue en una isla entre el Golfo y el Caribe en México, Holbox, en la Península de Yucatán.

*

*

Claro, que no sabía si era un acuerdo, una costumbre, eso sí algo los llevaba a estar presentes cuando éste se iba.

Su nombre viene de la lengua maya  y quiere decir agujero negro.

Lugar de muchas leyendas, donde en sus habitantes corre por las venas, sangre muy aguerrida, de mucha entereza, sangre de bucaneros, de luchadores mayas, gente que buscaba un refugio, una guarida por distintas causas y en la isla lo encontró.

Llegué a ella por pura casualidad, también en lo personal estaba buscando un lugarcito donde poder estar tranquila lejos del mundanal ruido, tratando de alejarme de una etapa muy difícil de mi vida.

Un día alguien me dijo que me fuera para aquellos rumbos, que según decían era un lugar de ensueños y sobre todo pocos eran los que llegaban aún a ella, además era económico, tierra de pescadores, sobre todo de langosta y pulpo.

Así que un día, me decidí a ir a ver qué me encontraba, a la aventura pues no tenía muchos datos del lugar.

AQUÍ LES VA LA HISTORIA

Había salido antes del alba de la casa en la Isla de Cozumel, en el Caribe que era donde moraba, rumbo al ferry que me cruzaría a la zona continental, para ahí tomar un autobús que me llevara a la terminal de Cancún, donde tomaría otro transporte para llegar a Holbox, que no quedaba muy lejos en viaje directo dos horas y media, claro sin contar todo el periplo anterior, tres cuartos de hora de ferry, hora y media de autobús, los tiempos de traslado.

Recuerdo que estaba fresco, el ferry no llevaba muchas personas y se iba muy cómodo en él, viendo esos amaneceres prodigiosos que tiene la isla y percibirlos desde mar adentro, teniendo la escenografía de ella, es todo un poema a las maravillas en esta tierra.

*

*

 Un grupo de delfines acompañaban el viaje en su eterno subir y bajar, realizar alguno de sus saltos y con ello dar un espectáculo a los que los íbamos mirando, verlos libres, sin necesidad de que estuvieran encerrados en esas pequeñas piscinas, toda una tortura para ellos.

Todo marchaba bien, parecía que estuviera cronometrado, apenas llegué a la terminal partía uno de los autobuses, todo fluía como se esperaba, sin embargo, cuando quise comprar mi boleto para Holbox, el único autobús que iba para aquellos rumbos se acababa de ir.

No entendía que había pasado si estaba en la hora, había sido la mala suerte se diría, quién sabe por qué habían cambiado el horario, costumbre muy mexicana, sobre todo en aquella época, cosa que después de vivir mucho tiempo en el país uno ya se acostumbra a estas sorpresas. Luego pensé, que la vida me tenía reservada otra forma de arribo, así que a ver como le hacía, pues por otro lado no tenía apuro.

Traté de averiguar otra manera de llegar ya que en realidad no me quería quedar en Cancún, pues nunca me gustó del todo, demasiada gente y el turismo que lo desbordaba y por otro lado muy caro para mi economía.

Lo único hermoso es el Caribe y la verdad ese lo tenía en donde vivía.

Me informaron que lo podía hacer de otra manera, como quién dijera puebleando, pero que el camino era un poco complicado, la verdad que ni lo pensé, me era más complejo dar la vuelta que el intentar esa posibilidad.

Un empleado muy acomedido, me acompañó hasta afuera de los andenes en donde estaba un autobús que iba a salir y le dijo al chofer que le encargaba que me bajara en un punto que ahora no recuerdo el nombre, pues iba camino a Holbox.

Me subí, pues ni asientos numerados tenía, me senté cerca del chofer no fuera a ser que se olvidara y era de ese transporte «guajolotero», en donde se carga de todo, hasta animales en el techo o mismo dentro si no molestan, son de tercera, para no decir de cuarta que no queda bien y allá no fuimos.

*

*

Durante un par de horas anduvimos por la carretera en el medio de la selva, parando en cada esquina, que por lógica no existían, donde subían muchos «cristianos», que salían a veces de entre la maleza, hasta que llegados a un crucero, paró y me dijo:

-Aquí se baja, cruce y ahí espere que como en una hora va a pasar otro de estos, viene de aquel lado y entra por ese camino.

Sin más explicaciones, me dejó en el medio de la nada, en la selva, atravesé y fui a buscar algo de sombra pues el sol ya comenzaba a dejar caer sus rayos sin ningún miramiento, ya era el mediodía.

*

*

Como pude me acomodé a esperar, pasaba el tiempo y nada que sucediera, ya estaba por darme por vencida y subirme a cualquiera de los autobuses que pasaban por la carretera e ir a alguno de los destinos que decían para luego regresar a la casa o ver para dónde agarraba.

De repente, escucho voces que venían desde dentro de la  selva y por una pequeña veredita se aparecen un grupo de mujeres con varios niños.

Me quedan mirando, saludo, sin embargo no contestan, me siguen mirando y se dicen algo entre ellas y se ríen, les pregunto si saben si va a pasar el autobús y mueven la cabeza afirmativamente.

Ahí seguimos todos esperando, los niños se ponen delante mío y me miran como si fuera un extraterrestre que se les apareció de improviso, solo me veían fijo y yo a ellos, estaba adiestrada a que lo hicieran, en muchos lugares de México donde no estaban acostumbrados a ver personas con los ojos claros era muy frecuente.

*

*

Su compañía me había dado la esperanza de que iban a algún sitio poblado, cosa que yo también haría y ahí vería que hacer, sin esperarlo, apareció un autobús, este si era casi de quinta, me subí después de ellos y le dije al conductor que iba a Holbox.

-Este no va, el otro pasa luego o hasta mañana, este la deja en un pueblo más cercano.

Sin pensarlo le pagué el pasaje, pues el hambre y la sed que sentía tenían que ser calmadas y eso de quedarme en el medio de la selva a esperar sin saber que pasaría no era solución, en un centro poblado por pequeño que fuera encontraría quien me diera de comer y si necesitaba hospedaje alguien lo facilitaría, por otro lado me acercaba más al destino.

Todos los que iban en el autobús no me sacaban sus ojos de encima, igual que lo hicieron los niños, daban vuelta sus cabezas los que estaban sentados delante y solo nos mirábamos. Todos hablaban en maya, no entendía nada.

Íbamos por un camino en el medio de la selva, pasaba el tiempo y todo era lo mismo, de repente se detenía y subían más personas que salían del medio de esa nada verde.

En un instante se empezaron a ver casas, típicas mayas que son ovaladas, con el techo de palma y paredes de palitos.

*

*

Llegamos a un pequeño pueblo. Frente a donde se detuvo el autobús había un puesto, donde un grupo de mujeres vestidas con las ropas típicas mayas yucatecas, de grandes flores bordadas y muy fresca, preparaban tortillas en un comal lo que me hizo pensar que algo de comer tendrían. Era la primera vez que andaba por ahí, así que no conocía muy bien sus comidas.

*

*

Panuchos y salbutes, antojito típico de la comida del Estado de Yucatán era lo que estaban preparando, no sabía que de qué se trataban. Pedí uno de cada uno para probarlos y la verdad, que una delicia, eso sí, un atentado de grasas para el cuerpo.

Ambos consisten en una tortilla frita la diferencia está en que en el salbute se rellena de frijol y se fríe, luego se le agrega carne de puerco o cochinita o pollo o pavo, además  lleva lechuga, jitomate, cebolla morada, aguacate y el panucho solo es la tortilla coronada de todo lo demás.

*

*

Ahí sacié mi hambre, mi sed y descansé un rato, hasta que de un instante a otro, llega corriendo un niño y me avisa que ya venía mi autobús, que fuera rápido para no perderlo. Pueblo chico ya todos estaban enterados de mi presencia.

Así fue, un viaje de dos horas y media se transformó en un periplo de todo el día que me hizo conocer lugares y estar en situaciones que nunca había imaginado y sobre todo, me dio la confianza suficiente para lanzarme a recorrer los caminos.

Cuando llegué a Holbox, me encontré con que el sol…

CONTINUARÁ….

MÉXICO

*

PUESTA DE SOL: DESDE EL DESIERTO

PUESTA DE SOL: DESDE MONTEVIDEO, URUGUAY

PUESTA DE SOL: EL CASTILLO DE CHAPULTEPEC

PUESTA DE SOL: DESDE EL PULMÓN DE LA CIUDAD DE MÉXICO

*

Agradezco las fotos tomadas de internet

*

Te invito a visitar mi página de face

blog de themis

Y TAMBIÉN  EL BLOG

puedes encontrar otras entradas que te interesen.

Link Pagina Principal 1

GRACIAS A TODOS!!!! SALUDOS!!!!

FIRMA baja res

16 comentarios en “PUESTAS DE SOL: HOLBOX, MÉXICO

    1. Sí así es, Uruguay es mi país natal y México quien me dio cobijo cuando lo necesité.
      Me encantó eso de vis a vis, pues en realidad es algo que busco, que quien me lea sienta que le hablo a él o que pasea conmigo. Gracias por señalármelo, un abrazo grande

      Me gusta

  1. Themis, siempre un honor leer tus publicaciones; me alboroza saber que siempre retratas de la mejor manera el cielo, el sol, el crepúsculo…

    Sí, en otra entrada remembro la relevancia en tu haber de palpar los atardeceres; sobre todo, en caso de no errar por parte mía, me comentas que eres oriunda de Uruguay y ahí les observabas siempre.

    En dado caso, siempre llevas contigo este fenómeno y bien dicen que determinadas cosas nos marcan desde cierta etapa prematura de nuestra vida o dependiendo…

    En fin, muchas mercedes por compartir tu relatoría y tu recorrido hacia cualquier sitio. Un amplexo, te deseo todo el éxito del mundo.

    Le gusta a 1 persona

    1. Así es Daniel soy oriunda de Uruguay, donde los atardeceres desde donde se vean son espectaculares también, y me crié junto a ellos, viéndolos a muchos desde el mar, de ahí que cada vez que puedo salgo a buscar al Hermano Sol en su despedida, como ahora aquí entre montañas y cactus.
      Un abrazo grande y pásala lindo

      Me gusta

  2. Muy bueno, lo dejas a uno «picado» jajaja. Fíjate, mi familia vive en Mérida y siempre que voy trato de visitar algo de la península, conozco Cozumel, Isla Mujeres, Cancún, etc pero Holbox no. Por alguna razón se me ha resistido, me han dicho que los mosquitos son terribles y que es difícil llegar. En fin, gracias por el relato que está muy bonito y nos hace acompañarte. Ahora me pregunto yo: ¿Porqué si estabas en el Caribe lo cambiaste por la aridez del centro de México? Que no digo que no tenga sus encantos, tus escritos nos los enseñan cada vez que nos compartes algo… en fin. Estaré pendiente de la 2da parte. Saludos.

    Le gusta a 2 personas

    1. Viví en el Caribe por los años 90, durante un buen tiempo, en Chiapas, en Izamal, en Baja California, en la Sierra en Oaxaca, en muchos lugares, aquí llegué y me quedé por la pandemia, para no moverme. Por eso estoy aquí,. Todos los lugares tienen su encanto, y te dejan una gran enseñanza de vida, el simple hecho de tener que adaptarte a él.
      Si un día puedes ir a Holbox, hazlo,yo te hablo de hace muchos años, imagino que ahora hay caminos y transporte más ágil y los moscos son a una hora, por lo menos así eran antes y con repelente, incluso natural la llevas. No vayas en Semana Santa.
      Si sigue siendo como antes era un paraíso. Un abrazo grandote y en cualquier momento publico la segunda parte.

      Le gusta a 1 persona

Gracias por comentar...!!!

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.