RUMBO A LA CIUDAD: TEHUACÁN

LAS FLORES

En la mañana cuando me levanté, todavía estaba clareando, ahí me di cuenta que había llovido, el piso estaba mojado, aunque no se podía decir que era mucha el agua derramada, sin embargo, siempre es bueno agradecer, pues aunque sea de a poquito, la tierra va recibiendo ese líquido que pide a gritos.

Escasea, siendo la altura del año en qué estamos, tiempo de lluvia, aún no ha demostrado que se encuentra en esa preciada época, en donde el cielo bendice con las gotas de vida.

Por otro lado, también hay que agradecer que aquí el suelo está muy acostumbrado a pasar necesidad líquida, desde hace millones de años, donde fue atravesando de ser una zona tropical a la aridez que es su actual característica, más allá que de cualquier forma se le necesita, aunque su flora si hay algo que sabe hacer, es guardar el agua dentro de sí misma, muchas de sus plantas son realmente receptáculos de almacenamiento de ello, en donde se  benefician todos, hasta los humanos si lo requieren.

Iba a viajar a la ciudad, más allá que esta nueva ola de contagios con este «covicho» que anda suelto me detiene en cierta manera, sin embargo, hay momentos en que es imperioso el omitir lo que sucede y lanzarse con todas las precauciones posibles y encomendándonos en el camino que nos aguarda.

Apenas salimos del pueblo, me di cuenta que todo estaba seco, reseco, como que la lluvia no se había extendido.

Más allá que grandes nubes de tormenta tapaban el cielo, Bonnie que se había desatado, había pasado de ser tormenta a huracán cuando anduvo por el Caribe, atravesó Centroamérica llegó al océano Pacífico siendo tormenta para volverse huracán, sin embargo se siguió de largo.

Quién sabe qué le anda pasando a los huracanes en esta temporada como que les está gustando pasearse de un océano al otro, inundan a algunas regiones y a otras ni una gota, lo mismo pasó con Alex, que cruzó el territorio, desde el Pacífico, para juntarse en el Atlántico con otro huracán que andaba en la vuelta.

Si bien se veía el verde en las hojitas de algunos árboles, el pasto estaba reseco, así iba viendo el paisaje, que no estaba como en otros tiempos, que verlo renacer hace que también uno mude por dentro, parecería que este año nos quedaríamos con esa necesidad que lleva a renovarse, a rejuvenecer, el agua no quería llegar, los pobres cactus se les veía grises, sedientos, llenos de polvo, como que ya solicitaban un baño de esos que los hace reverdecer, que los lleva a cambiarse de apariencia y se les siente contentos.

*

*

Llegué a Tehuacán fui a dar las vueltas que tenía que dar, agradecía que el clima no estuviera demasiado caluroso, había llovido y una cierta humedad se sentía en el ambiente, para nada abrumadora, sino la que logra hidratar a las fosas nasales y al aparato respiratorio.

Atravesé el parque y me detuve un momento a mirar los flamboyanes, esos hermosos árboles de flores rojas y amarillas, estaban verdes de la cantidad de hojas que tenían, habían disfrutado de la lluvia que les había caído, sin embargo, me quedé pensando en que no habían floreado como otras veces, y en lo que los mayas dicen sobre ellos, que si son más hojas que flores no será un año propicio para las lluvias y las cosechas.

Ahora hay que recordarlo y seguir viendo que sucede, por lo menos algo que ya se veía era que la temporada de lluvias no llegaría o se atrasaría.

Seguí caminando y me metí en ese pasaje de las flores, había una gran abundancia, era el tiempo del girasol y adornaban muchos de los arreglos florales.

*

*

Entre todas las aromas que el interior albergaba se sentía un suave perfume a rosas.

Es hermoso el espacio con ese reloj antiguo, esas bancas que le dan un toque a paseo, no encontrarse encerrado, como si esos domos donde la luz que se cuela a raudales  permite sentirse sumergido en otro espacio donde no se vislumbra que se estaría rodeado por calles y demasiado movimiento.

*

*

Después de un ratito de estar dentro, encaminé mis pasos rumbo a la parada del transporte que me regresaría a la casa, en eso escucho a un mariachi cantando:

«No vale nada la vida
la vida no vale nada
comienza siempre llorando
y así llorando se acaba
por eso es que en este mundo
la vida no vale nada.»

En eso frente a mis ojos se aparecen dos camiones sin cajas repletos de flores y un tercero con flores y con muchos niños, otro sentir sin lugar a dudas del de donde venía, más allá que el objeto era el mismo, salvo que ahora representaba la despedida.

*

*

El mariachi seguía, cantando esa canción con mucho sentimiento.


«Bonito León Guanajuato
la feria con su jugada
ahí se apuesta la vida
y se respeta al que gana
allí en mi León Guanajuato
la vida no vale nada.»

Una procesión fúnebre donde el mariachi, es parte fundamental de ella, esos cánticos que representan a México, no pueden faltar pues de norte a sur, esta música es reconocida por todos, se la lleva en el corazón y hace que con ella se cimbre, nos meta dentro de su ritmo y una a todos los presentes.

«Camino de Guanajuato
que pasas por tanto pueblo
no pases por Salamanca
que ahí me hiere el recuerdo
vete rodeando veredas,
no pases porque me muero.»

Atrás un grupo de personas y en el medio los mariachis, para luego seguir una interminable fila de camiones que a paso lento acompañaban a esas honras fúnebres que por lo que se veía era de alguien muy querido.

*

*

Adelanté mis pasos, sin dejar de escuchar a esas voces que entonaban

«Camino de Santa Rosa
la sierra de Guanajuato
ahí no más, tras lomitas
se ve Dolores Hidalgo
yo allí me quedo paisano
ahí en mi pueblo adorado.»

Para una vez terminado desatarse con esa porra característica también de este país, que se hace en todo momento cuando se quiere mostrar la unión por algún acontecimiento u honrar a alguien:

«CHIQUITI BUM  A LA BIM BOM BA, CHIQUITI BUM……»

Así siguieron marchando, hasta que al final el cántico se perdió a lo lejos, solo las sirenas de los camiones tocadas al unísono resonaban en todo el centro, sin lugar a dudas mostraban que había sido un compañero o compañera que se  iba a sentir su falta.

Subí al autobús para emprender el regreso, tomamos la carretera a paso muy lento, un camión cargado de forraje, detenía el paso, sin lugar a dudas llamaba a la paciencia.

*

*

Mejor perderse en ese paisaje de ondas  y cactus, de cielo azul celeste, pintado de blanco, que el entrar en la desesperación de andar a vuelta de ruedas, pues cada día hay más vehículos que circulan lento, donde también todo se vuelve una gran procesión sin los cantos.

*

*

Así metida entre el paisaje montañoso que se perdía a lo lejos, escenas por momentos que parecían de otro mundo, de un espacio muy lejano en el tiempo, donde muchos guardianes venidos de las estrellas, custodiaban erguidos con su cúspide dobladas en señal de humildad y respeto frente al infinito, a lo eterno, reposaban resguardando el hábitat que nos envolvía.

MÉXICO

Canción: «LA VIDA NO VALE NADA»

José Alfredo Jiménez

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SALIDA A TEHUACÁN (1)

TEHUACÁN: UNA VUELTA POR EL PARQUE

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12 comentarios en “RUMBO A LA CIUDAD: TEHUACÁN

  1. Hola Themis, muy buena excursión que hiciste. A veces hace falta salir. Yo creo que aunque haya covid o viruela del «chango» ya no nos debemos detener de hacer nuestras cosas, siempre con los cuidados necesarios. Acá en Querétaro sí que ha llovido y la verdad es una bendición, espero que pronto les llegue la lluvia por allá. Que bien que pudiste captar el colorido de las flores y esa procesión tan característica en México cuando un ser querido fallece. Muy buena crónica, saludos.

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    1. De acuerdo Ana, más allá que sigue siendo un riesgo y bueno hay que quedarse más tranquilo cuando vienen las olas y aprovechar el remanso.
      ¡Qué bueno!, que ha llovido, aquí ahora caen algunas gotas y en seguida se detiene, a ver que sucede, lo que es lluvia, lluvia esa no ha llegado.
      Gracias, te mando un abrazo bien grande y me alegra que te gustara

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  2. ¿Cómo estás, Themis? Aguardo porque estés sanando de tu oído debidamente, y qué venusto leer sobre mi natal Tehuacán. ¿Qué mejor que acompañada de una canción de José Alfredo Jiménez? ‘Caminos de Guanajuato’, claro es. Doble premio para mi gusto, en serio.

    Aparte, sí remembro cómo inclusive se dependía de pipas al momento de abastecer las casas; es decir, había que tener cisterna para estos efectos y vaya, ¡qué rememoraciones!

    Pero el mercado de las flores, ¡fabulantástico! En verdad, una maravilla. Me encantó tu artículo y lo mejor, es que siempre habrá esperanza de algún modo u otro. Entre el agua, la sequía y eso, me rememora nuevamente a la película ‘Dreams’ dirigida por Kurosawa Akira, donde en determinado momento habrá un renacer tanto para el mundo como para la humanidad misma.

    Un abrazo, te deseo harto éxito y cuídate mucho por favor.

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    1. Hola Daniel, aquí le sigo con mi oído y ejercitándolo, difícil recuperarlo pero por lo menos no dejar que avance.
      Cuando escribía esta entrada me acordaba mucho de tí, de esta tierra que es tu tierra, incluso cuando andaba caminando entre las flores despejándome un poco del ruido y descansando a la sombra del lugarcito.
      Me alegra mucho poderte acercar un poco aunque sea, pues cuando se está lejos cualquier cosa que nos traiga el recuerdo de los momentos vividos es un deleite.
      Si recuerdo esa película tan magistral de Kurosawa, y sin lugar a dudas todo renacerá, quién sabe transformado en qué, como estas tierras que de ser una selva se volvió un desierto con una vegetación que se adaptó y luchó por sobrevivir. Un abrazo grande y gracias

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      1. Me alboroza el saber que vas manteniendo una estabilidad en tu oído, que perennice así por favor; en verdad, muchas mercedes por tenerme presente de un modo u otro.

        Gracias en verdad y no tengo manera de agradecerte debidamente; sea como fuere, tienes toda la razón: cualquier cosa, puede trasladarnos a cierto punto. Así como tú con mi tierra natal, que me aproximas cada vez que leo tus artículos. Gracias de corazón, nuevamente.

        En efecto, alguna vez imperó el relieve selvático y de pronto, se adaptó precisamente a lo que vemos; un amplexo, te deseo todo el éxito del mundo y a continuar en este mundo de la mejor manera.

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  3. Preciosos esos mercados de flores. Muy interesante todo lo que nos cuentas, sobre todo como la naturaleza se adapta a todo, incluso a la ausencia del agua.
    Muchas gracias por compartirlo con todos.

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    1. Gracias Joshua, México es un lugar de muchas flores y de mercados de ellas pues se usan a parte que para muchas ceremonias en los altares de todas las casas.
      La Naturaleza es una maravilla de adaptación y tenemos que aprender de ella más que combatirla o tratar de mejorarla como se ha hecho hasta ahora y con ello llegamos a donde estamos. Un abrazo grande

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  4. Nos lo muestras tal cual sucede, tal cual es, y eso es importante para que el lector se translade al lugar que tan bien describes. Puedo decir que he estado contigo en ese paseo radiante de flores y acontecimientos del día a día de nuestros lugares. Gracias Themis, por la belleza de lo cotidiano en tus textos. Ojalá siga lloviendo. El mundo necesita agua, nubes y no aviones fumigando el cielo. Mi abrazo.

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    1. En este instante está lloviendo, unas gotas tímidas caen del cielo, muy bien recibidas, más aún agradecidas, bajó el calor con ello y ya se siente un poco de humedad en el ambiente, rico, serena, se goza el sentir la música etérea que ejecutan las gotas al caer. Me alegra que te haya gustado, te mando un abrazo grandote

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