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ENCUENTROS INESPERADOS: ALACRANES

EL GÜERO

 

No todas las visitas inesperadas pueden ser del agrado de uno, por el contrario, hasta temor se puede sentir cuando se las tiene cerca, como me pasó en este caso, donde el recién llegado a mi tabla de picar donde parece ser que les encanta a los bichitos para hacer su aparición con lo que me encontré fue con un alacrán, de esos que les dicen «güeritos» por tener el color claro, medio amarillo amarronado, en comparación a los otros que también los conozco de cerca, los negros.

 

 

Unos de los primeros con los cuales conviví fue cuando vivía por la selva, donde había uno que habitaba en el fogón que era muy grande y negro, había veces que cuando estaba mucho tiempo prendido y el calor que despedía se había expandido se salía de su guarida y cruzaba delante de mis narices caminando muy tranquilamente, mientras yo me alejaba, lo saludaba y lo miraba cambiar de lugar sin que nada lo perturbara.

Más allá estaba consciente que habitaban junto a donde vivía, pues una vez que cambiaron el techo de palma por lámina aparecieron muchísimos de ellos, claro, en ese momento desconocía que moraban sobre mi cabeza.

Eso sí, alacranes y más aún los ciempiés me producen unas reacciones corporales que para que contar.

Sin embargo esta vez no los tenía en cuenta, salvo cuando iba al monte, era como si no existieran.

Todo comenzó un día en que estaba ordenando unas cosas, el calor estaba dando lata y traía mis pantalones cortos cuando de repente me agaché a recoger algo y veo en mi rodilla como un pequeño objeto que me detengo a mirarlo pues se me hizo como un nautilos cosa que me sorprendió en el primer momento, pues eso no podía ser o ya mi imaginación andaba volando o quien sabe en qué estratósfera me encontraba.

Tomo mis lentes y lo miro, era un pequeñísimo alacrán envuelto en sí mismo como un bebé, eso sí muy bien agarradito.

-¿Qué hace un alacrán durmiendo en mi rodilla ?- no podía entender de dónde había salido y por qué se había quedado detenido sobre mí. No sabía que hacer con él.

A pesar de su tamaño, lo que me ocasionó se dejó sentir en mi estómago, pues realmente me merecen todo mi respeto, hay algo entre ellos y mi persona que no se ha superado todavía.

De cualquier forma me quedé observándolo, pues era hermosa la imagen que conformaba.

Lo quité de mi rodilla y lo tapé con un frasco contra el piso para darle el desalojo, lo cual no pude lograr pues era tan pequeñito que se escapó y desapareció.

Pasó el tiempo y me encontré con uno más grande que andaba caminando sin mucho problema por la pared del patio, tal vez el mismo que había crecido, más allá que pueden nacer más de cien en una camada, a ese sí lo saqué inmediatamente de la casa, deseándole lo mejor en esta vida sin embargo lejos de donde yo estaba.

 

 

El hecho de que haya alacranes no es muy de mi agrado y menos cuando ya son adultos, como me pasó con este tercero, que se apareció sobre mi tabla, así sin esperarlo, bueno venía persiguiendo a un grillo que dicen que son los que los atraen y no es por nada la casa está repleta de ellos y bueno tienen asegurado su alimento por años.

A ese sí, lo cacé y como hice con todos los demás lo desalojé.

Su sola presencia me produce  un escalofrío que recorre todo mi cuerpo, el cual se tensa, es tan intensa la vibración que emanan, son seres que provienen de otro plano.

Recuerdo que una vez cuando vivía en la montaña en la casa habían paredes de piedras donde crecían plantas y flores en las rendijas, como si fueran jardines verticales formados naturales, que cada tanto los deshierbaban pues para todos en el lugar no eran flores lo que crecían sino hierbas que había que sacar para dejar más limpio.

Un día entraba a la casa y ahí estaba un señor quitando las plantas del muro cuando en el momento que paso un gran escorpión de esos negros, de los viejitos, viejitos, emerge.

-¡Mire!, lo que se apareció- me dice el señor

Ahí me detengo a pesar de las sensaciones corporales que me produjo, me impacta el verlos.

-¿Qué hago, lo mato?- me pregunta

-¡No!- le digo- cómo cree

-Muy bien- me dice- él es un guardián y merece vivir, lo sacamos y lo llevamos para otro lado.

Con mucha habilidad lo toma en sus manos, agarrándolo de tal forma que no lo podía picar.

-Venga vamos a liberarlo-  Allá voy con él un poco más arriba de la casa donde comenzaba un terreno descampado y ahí lo dejó.

-Ya es libre, ahora usted está protegida por perdonarle la vida.

Me llamó mucho la atención lo sucedido, sin embargo ahí quedó en el baúl de los recuerdos.

Pasó el tiempo ya había olvidado lo acontecido cuando un día estaba en la casa, ya el sol venía declinando, me paré para ir a mirar por la ventana su retirada cuando algo llamó a mi atención a mi izquierda, como ya estaba obscuro prendí la luz, pues la vibración que sentía era muy fuerte de esas que me provocan escalofríos y ahí me lo encontré.

Un escorpión grande, negro, estaba allí parado, enseguida lo tapé no fuera a ser que huyera y se escondiera por algún lugar de la casa en donde me diera más problema el ubicarlo.

 

 

Ahí lo dejé cubierto hasta el otro día que fue sacado fuera y quedó libre de encontrar otro lugar en donde refugiarse.

El de la portada, que está durmiendo muy acurrucado como si fuera un broche en mi camisa, ese apareció un día que iba a salir, la tomé para ponérmela  y algo me dijo que la checara, me puse a darle vueltas buscando quién sabe qué, seguí el mandato simplemente y ahí me lo encontré en un dobles. Cosas extrañas que suceden. Inmediatamente lo desalojé, pues está bien que compartamos el habitat sin embargo la casa no.

A toda la vida hay que respetarla, por algo está en este mundo y cohabita con nosotros, ahora sí hay que aprender a convivir con ellos, tratando que ninguna de las partes le haga daño a la otra.

 

 

No podemos desconocer que el plano en el que vivimos es de depredadores, de animales ponzoñosos, en donde nosotros nos ubicamos, tal vez como los más representativos del entorno en estas características, sin embargo creemos que son los otros los que tienen que desaparecer para reinar de acuerdo a lo que es nuestro propio criterio y con ello sin darnos cuenta exterminamos un equilibrio que se fue creando hace millones de años donde quién sabe cual fue en realidad el criterio empleado, eso sí no se puede negar que era justo y adecuado para lograr un sistema que a todos albergara, había que aprender a cuidarse y sobre todo tratar de conocer quienes conformaban el habitat con nosotros y aprender su lenguaje.

Eso sí como en la fábula de la «Tortuga y el Escorpión», no hay que olvidar que cada quién es fiel a su propia naturaleza.

 

MÉXICO

 

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2 comentarios en “ENCUENTROS INESPERADOS: ALACRANES

  1. Uno le dice repelús a lo que entra por dentro cuando aparece la ponzoña. a estos basta con poner un tarro encima y pasar un cartón por debajo para enviarlos a otro lado y que vivan, Que hacer con los que sueltan tóxicos con dos patas es todo un misterio. Un abrazo.

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