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LOS QUE MUESTRAN EL CIELO: EL RETORNO DE LA CALMA (11)

La salida de los Grises

Así seguía Tortolitlán  con los Grises que lo habían tomado por asalto y corrido uno a uno a través de la violencia a todos los habitantes, los despojaron de todo lo que tenían y los exiliaron, quién sabe a dónde se habían ido a guarecer.

 

 

Sin embargo poco a poco sin hacer mucho ruido, sigilosos, con mucho cuidado se fueron acercando los antiguos, tal vez para darse cuenta que nada había cambiado, seguían encubiertos los truhanes, al acecho, esperando que alguno se aproximara  para correrlo de inmediato. No querían perder oportunidad de mostrar de que contaban con mejores armas, como el arrojo y la organización.

Un día en que todo estaba muy tranquilo, no había ningún movimiento en el patio como si el tiempo se hubiera detenido, el silencio llamaba la atención pues invitaba a hacer una pausa y meterse dentro de uno mismo.

 

 

En eso estaba cuando veo llegar a la Intrusa que como siempre se pone en uno de sus lugares predilectos a mirar más allá de las montañas, con esa mirada nostálgica, melancólica, perdida en la «masnada», como ensoñando, el cielo azul añil de un límpido que atraía le daba un fondo precioso para ella resaltar como figura, en eso estaba, pensaba cómo se había atrevido a llegar, pues desde la invasión no había sabido nada de ella.

 

 

Ese lugar que elige está alejado del espacio en donde les doy de comer por lo tanto en una parte parecía que no era ningún obstáculo para los propósitos de los verdaderos intrusos, sin embargo no fue así de repente salido de quién sabe donde se aparecen dos de ellos como si fueran aviones cazas supersónicos y la sacan de la ensoñación  a picotazos.

Abrupto despertar, en esa entrada a la realidad que se cernía en el lugar, la sorprenden, sale de su letargo y vuela a toda prisa seguida por los vigilantes.

Ahí le dije a mi misma:

-Esto no puede seguir así, no se puede permitir que avasallen y se sientan dueños cuando no lo son y que el miedo paralice la acción. Hay que hacer algo, ya no se puede tolerar.- eso sí, mi misma no contestó nada como suele hacer, tampoco sé si me escucha, sin embargo sigo contando con ella para tener un interlocutor.

En eso me quedé, como que había que darle un vuelco al guión o se integraban a la dinámica del patio o se iban, ya la cosa se estaba poniendo muy fiera, ¿para qué seguirla alimentando?. Había que darle un giro, nada de broncas, esas había que erradicarlas, solo traían problemas y más confusión a un mundo de por sí convulsionado.

Al rato estaba en la cocina limpiando unos frijolitos para ponerlos a remojar,  reflexionando de como mostrarle a esos gañanes que ya no iba más, y en eso llega Pluma Café, otro más que estaba como loco, como si estuviera haciendo algo indebido y tenía miedo que lo cacharan en ello, se le sentía trastornado, más allá que en realidad lo es, no es un personaje muy cuerdo, tiene algo de psicótico en su personalidad.

 

 

Lo acompañaba su compañera Cola Blanca pues las plumas de esa zona terminan en ese color, la que suele estar en otro rollo, más allá del bien y del mal, en un espacio en donde no quiere para nada complicaciones y eso sí sigue a su marido a todas partes, aunque no le hace mucho caso.

Ella se fue y se subió a tomar el sol, como si le importara muy poco lo que pudiera pasar más allá de los acontecimientos, podría decirse que tiene una actitud zen, si no fuera  por lo perdida que anda se diría que pertenece a algún templo budista.

 

 

Pluma Café estaba en una actividad incesante, se movía para un lado para otro.

-¿Qué pasa?- le pregunté mientras  iba y venía- contigo quería hablar, que bueno que viniste, pues con eso que últimamente me ves y sales volando, sabes bien que no estás haciendo las cosas como se debe.

Ahí seguía para un lado y para otro en unos pasitos como dice esa canción:

 

«Si bailas de aquí pa’llá
Si bailas de allá pa’cá
Enseguida tú verás
Pasito tun tun
Pasito tun tun
Pasito tun tun»  *

 

 

-Estás ansioso, ¿te tienen así esos animalejos malvados?- ahí pareció que me entendió y se empezó a acercar cada vez más a donde estaba

-Creo que quieres lo mismo que Manda Más que los corra como hacía contigo cuando te peleabas con todos los otros – ahí abrió sus ojos y tiró su cuello para atrás- son más bravucones que tú, se quedaron con todo el lugar – y ahí  no me quedó de otra que lanzarle el típico sermón de la violencia, del universo cuántico y que bueno si nos poníamos todos de acuerdo y no había más peleas y quererse adueñar del terreno, veía que se podía hacer, sino que buscara otro lugar y yo me libraba de todos ellos.

Le puse un poco de arroz y le seguí hablando, para luego alzar el vuelo y desaparecerse.

Pasó el rato, estaba dentro de la casa escribiendo y en eso aparece Coquita, ella sí hasta dentro.

 

 

-Coquita, qué bueno que andas por acá- solo me miró y siguió caminando recorriendo la casa como si nada, iba y venía y yo le hablaba. Eso sí, parecía que no tenía miedo, como que ya está tan acostumbrada a que todos se metan con ella y salir disparando a buscarse su lugar, bueno, haciendo un paréntesis,  hay que decir que ella también corría a los otros, ninguna perita en dulce es,  que como que no le perturbo mucho lo de los Malvados Grises, eran otros más, solo tenía que ver cómo le hacía para ubicarse.

-¿Y la Ñandu?, ¿dónde anda?, esa sí, debe estar asustada- ahí como que medio me miro, en una parte como aceptando, y siguió viendo que encontraba.

-Ven que te doy de comer- me levanté, tomé un poco de arroz y me salí afuera y ahí se lo puse.

Ahí de repente de nuevo venidos de la nada brotaron los intrusos, sin embargo ahí fui yo quien los recibió y los saqué otra que volando, Coquita mientras solo me miraba y se quedó como hace quietecita, quietecita en un rinconcito de la cocina.

 

 

De ahí en adelante empecé a poner comida más temprano, cuidaba que los Grises no los corrieran, el grupo de las más cercanas a la casa se reunía, el Manda Más, Pluma Café con su pareja Cola Blanca, Coquita eso sí, ni Ñandu ni Despeinada, volvieron, quién sabe por dónde andarían.

Así que dejé de ponerlo a la tarde como siempre.

Durante unos días siguieron viniendo los Malvados Grises al ver que no había nada se fueron,  así pasó varias veces hasta que desaparecieron por el mismo lado de donde habían venido.

Nos habíamos librado de ellos, todo un descanso, sin embargo los antiguos comensales no regresaban en la tarde, se habían quedado con miedo y no era para menos, la habían pasado muy duro esos días, los que sí estaban de parabienes fueron un grupo de gorriones, sobre todo una pareja pienso yo que los primeros que llegaron al patio y estaban de fiesta, comían todo lo que se les antojaba, sin tener a las pelioneras a su lado.

Con el andar de las jornadas todo se fue restableciendo eso sí, la dinámica cambio, sin embargo eso se los dejo para contárselo en la próxima entrega…..

 

MÉXICO

 

 

CONTINUARÁN…

los reportes desde el patio, próxima entrega saber cuándo.

 

*Canción: «Pasito Tun Tun» de José de Carbó Menéndez

Si quieres enterarte de los capítulos anteriores en el MUNDO DE LOS ALADOS aquí te los dejo.

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO (1)

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO (2)

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO (3)

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO: LA LUCHA POR EL PODER (4)

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO: El nuevo visitante (5)

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO: Las nuevas contiendas (6)

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO: PLUMA CAFÉ (7)

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO: LA DUEÑA DEL LABERINTO (8)

LOS QUE NOS MUESTRAN EL CIELO: “NADA ES PARA SIEMPRE” (9)

LOS QUE MUESTRAN EL CIELO: LOS MALVADOS GRISES (10)

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4 comentarios en “LOS QUE MUESTRAN EL CIELO: EL RETORNO DE LA CALMA (11)

    1. No hay que perder la esperanza y enfocarnos en ello, sin embargo está difícil.
      El antivirus no es rentable si acaba con todos, mejor uno por uno para alimentar los mercados,no vaya a ser que se queden sin nada.
      Feliz fin de semana, un abrazo

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    1. Eran otra cosa sin lugar a dudas, otro tipo de organización. Me es muy divertido estar con ellos, hablarles, ver como mueven sus cabecitas y escuchan atentos, como se acercan cuando se acabo la comida o el agua. Son muchos meses de estar en su compañía y con muchos acontecimientos que han sucedido. Un abrazo grandote y gracias

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