luna entre nubes_3

NOCHE QUIMÉRICA

 

EL ALMA EN PENA

 

Ya era tarde en la noche, la calle estaba en un silencio sepulcral, no había ningún movimiento y ni un solo vehículo circulaba sobre ella, la Parca había pasado hacía unos días y se había llevado a uno de los vecinos y la cuadra entera entró en la cuarentena por el virus que ya andaba haciendo estragos. Todas las casas permanecían cerradas durante el día, nadie circulaba,  como si no se atrevieran a pasar por ella.

Las luces estaban apagadas, la obscuridad se hacía cargo del instante y llevaba a percibir un pueblo fantasmagórico, en donde parecía que todos se hubieran esfumado.

Estremecía el mutismo, cuando en las noches siempre era un revuelo de personas y niños jugando hasta altas horas. Con los días tan calientes que venían haciendo el fresco de la nochecita invitaba a disfrutarse y no se pensaba en las consecuencias de esas tosecitas secas que se dejaban sentir.

Estaba leyendo cuando de repente lo escucho, un grito agudo desgarrador, alterado clamó en la noche sacándome de un jalón de mi concentración y poniéndome alerta.

El Alma en Pena había regresado, solo su voz se escuchaba, la cual perturbaba, transmitía sufrimiento, la desesperación le ganaba, esa necesidad de que alguien lo escuchara, lo calmara.

Iba cambiando de frecuencia, de sonido, como si hablara en un lenguaje difícil de entender, repetitivo, constante, que subía por momentos de volumen.

Me enganchó, quería saber que le estaba pasando y cuál sería la mejor forma de tranquilizarlo, no paraba, emitía diferentes tonos, que por momentos asemejaban a un bebé llorando desconsolado  pidiendo atención.

¿Qué era lo que le pasaba?, ¿De qué se trataba esa pesadilla que se estaba conformando y encerrando a su espíritu?.

Causaba escalofríos.

Parecía que andaba de amores, un enamorado que sufre  por su amada, la llamaba, más allá ella ni se inmutaba de su lamento, no aparecía.

De repente todo se silenció.

La luna casi llena la que iba a ser eclipsada al otro día se debatía entre las nubes que no querían que iluminara, por momentos se asomaba y en ese instante contrastaba con esa calle en penumbras donde los rayos no llegaban.

 

 

Era una noche espectral, el brillo plateado pintaba todo lo que se encontraba y daba un dejo pálido y borroso a lo que tocaba.

Un eco de baja intensidad se comenzó a sentir, como un motor que le costaba arrancar. No había contestación. Seguía, seguía, sin detenimiento, como si no respirara, como si se hubiera quedado trabado y no había manera de que la vibración cambiara.

El silencio se volvió a instaurar y la luna salió de la caverna,  solo afloró unos instantes, perdida estaba entre unas sombras que no le dejaban lucir en todo su esplendor, como que la custodiaban, le cerraban el paso, no le permitían recorrer el cielo a sus anchas.

 

 

En un instante la intensidad se volvió como un rugido que estremeció a la noche cautiva de designios mágicos .

Algún personaje etéreo de los que les gusta jugar en estos días sombríos y hacer travesuras a los descuidados se había encargado de disolver el encuentro.

Se hizo el mutismo y con él la noche cayó en el suspenso.

 

 

Salí al patio.

En eso una sombra caminó por el techo, ahí estaba el Maullador enamorado, se detuvo un instante y se quedó mirándome, de nuevo nos encontrábamos, mientras la Luna plateada, su dulce enamorada, obscurecía su imagen y luego los dos al mismo tiempo se desaparecían.

 

MÉXICO

 

 

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2 comentarios en “NOCHE QUIMÉRICA

    1. Gracias, sí, este pobre cada luna se le escucha andar por el techo penando, y en esta en especila fue muy dramático, más allá que se le unió lo que estaba sucediendo. Una noche muy extraña, te mando un abrazo grande y pásala bien rico

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