
Habíamos salido con los niños, pues la lluvia nos lo había permitido por un rato, a recolectar hojas y a contemplar el riachuelo, pues tienen prohibido acercarse solos, sin embargo estaban muy curiosos para poderlo ver más de cerca, ya que no acababan todavía de
sorprenderse de que el día anterior no había agua y ahora su sonido era muy fuerte.
En eso estábamos, viendo que hojas nos gustaban y cuáles no, cuando de repente, Alonso grita: . -¡¡Un cangrejo!!- allá nos fuimos todos a verlo.
Estaba chiquito y el pobre trataba de esconderse entre el pasto, las hojas, las ramas, huyendo de todos esos seres que lo observaban y lo querían ver mejor.
Se trataba de ocultar entre las ramas y los pastos.
Lo vimos caminar, para adelante, para atrás, desató risas y jolgorio su forma de moverse.
Le contamos las patas, lo observamos y luego lo dejamos ir, agradeciéndole que nos permitiera compartir un momento con él y disculpándonos por el susto que le habíamos propinado.

Así caminando y platicando llegamos a la casa para comenzar con el juego de las hojas.




¡Qué linda actividad Themis! Me imagino el disfrute de los niños y por supuesto de ti.
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